Otros tres policías acusados de abusos en el CIE se declaran inocentes
Se trata de los tres policías nacionales que quedaban por declarar en el juicio que comenzó el pasado jueves y en el que los otros dos agentes también mantuvieron que eran inocentes
Los policías nacionales se enfrentan a una pena global de 27 años de cárcel por , supuestamente, haber abusado sexualmente de varias mujeres que estaban internadas en el Centro de Extranjería de Capuchinos en el verano de 2006.
Otros tres policías nacionales, acusados de presuntos abusos sexuales a internas del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Málaga han negado las acusaciones, como ya hicieron los otros dos procesados que declararon la pasada semana. Asimismo, han asegurado que no tienen constancia de que se realizaran fiestas entre los agentes y las mujeres, en las que se les daba comida.
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La Sección Tercera de la Audiencia de Málaga ha celebrado este lunes una nueva sesión del juicio a estos cinco policías, a los que la Fiscalía acusa de delitos de abuso sexual con consentimiento viciado, en dos de los casos con acceso carnal, y solicita para ellos diferentes penas, que van entre los dos y los 10 años de cárcel. Además, hay otras tres acusaciones particulares.
Los tres acusados han dicho no saber por qué fallaban las grabaciones de las cámaras de seguridad en determinados días, pero han coincidido en que había obras en el centro en aquellos momentos. Todos han negado que se dieran privilegios a las mujeres para mantener relaciones o contactos sexuales y han indicado que algunas veces se comía en las dependencias, pero no con las internas.
Por otro lado, el que fuera responsable de Seguridad del centro ha explicado que recibió verbalmente la denuncia de un letrado, que está personado como acusación particular en nombre de tres de las testigos protegidas, sobre la celebración de esas fiestas, algo que corroboró con dos de ellas y, posteriormente, informó a la Ucrif, con la finalidad de que "se aclararan las cosas".
Ha señalado que él realizaba una pequeña entrevista a los internos y tenía la obligación de hacer una foto a cada uno. Ha negado que realizara tocamientos a dos de las testigos protegidas y ha asegurado que él no permitía a las internas realizar llamadas, salvo si había alguna urgencia; aunque "parece ser" que el que era director sí. Ha recordado que dentro del edificio había otros servicios policiales.
Otro de los procesados que ha declarado esta sesión, que no estaba destinado en el CIE, sino que era de una patrulla de apoyo y solo iba cuando se lo decía la Sala del 091, ha negado la acusación de relaciones con una interna en una de esas supuestas fiestas, el 3 de julio de 2006. Al respecto, ha asegurado que solamente estuvo en el centro el tiempo justo de realizar su trabajo. Ha rechazado que esa noche volviera con comida, justificando que estuvo en otros servicios. Además, ha explicado que casi siempre enviaban a su patrulla al CIE porque estaba en su zona de actuación y ha insistido en que en su presencia no se han celebrado fiestas ni ha visto a las mujeres junto a los agentes, aunque sí estaban a veces en dependencias contiguas tomando café o agua.
El último de los acusados, al que se le acusa de haber mantenido relaciones con una de las principales testigos protegidas, ha negado esta acusación y ha asegurado que dicha mujer "estaba siempre pidiendo, siempre dando guerra y liándola". Ha afirmado que él no tenía el mismo turno que los dos agentes acusados de organizar las fiestas y que no supo nada hasta que se inició este caso.
Uno de los procesados ha dicho que supo posteriormente que se había referido a él dicha testigo protegida, que, según uno de los letrados defensores, llegó al centro el día siguiente de esa noche del 3 de julio, cuando se celebró una fiesta en la que supuestamente este acusado había participado. Dos de los agentes han señalado que a veces se consumía una cerveza con el bocadillo.
Los hechos enjuiciados sucedieron entre junio y julio de 2006. Según el escrito provisional del fiscal, los acusados organizaron en el CIE, cuando estaba en funcionamiento, en los turnos de trabajo de madrugada "cenas fuera de las habitaciones con las internas en las que bebían bebidas alcohólicas que facilitaban los agentes", apuntando que "se intimaba con las internas".
Así, "se les invitaba a asistir a cambio de comida, bebida, tabaco, regalos o usar el móvil", al tiempo que, según esta acusación, se creaba "un ambiente relajado de disciplina" que "los procesados buscaban para luego, si llegaba el caso, satisfacer su ánimo libidinoso con las internas", llegando, supuestamente, a mantener, en algunas ocasiones, relaciones sexuales.
Se considera que los acusados actuaron "prevaliéndose de su condición de policía" y se pone de manifiesto que se habría concretado la existencia de ocho actos con trascendencia penal. En este sentido, se apunta que en ocasiones, presuntamente llegaron a tener relaciones sexuales a las que las mujeres habrían dado "su consentimiento por la condición de autoridad" de los procesados.