Dosis de ingenio para superar las consecuencias del temporal
El <b>restaurante Branka </b>reabre con tablones en sus cristaleras y sustituye sus privilegiadas vistas por imágenes simbólicas de la bahía

Señalización en todos los idiomas que "invitan a entrar" al restaurante Branka(CADENA SER)

El jueves 13 de febrero, el restaurante Branka, unos de los establecimientos donostiarras más afectados por el temporal, consiguió reabrir sus puertas para comenzar a reflotar en parte su negocio. Los destrozos fueron tan importantes que, según unas primeras estimaciones, superarían los 120.000 euros.
Sus propietarios no se resignan y han decidido reabrir con lo mínimo para seguir trabajando "por la veintena de familias de nuestro equipo y por los compromisos adquiridos". A pesar de que unos grandes tablones tapan sus cristaleras, los responsables del restaurante, en su particular desafío a la mala suerte, han querido suplir de manera simbólica su joya más valiosa: las hermosas vistas naturales han sido sustituidas por unos paneles con imágenes de elementos significativos de la bahía.
11 días después del peor temporal que muchos recuerdan, uno de los establecimientos más azotados por la fuerza de las olas, el restaurante Branka comenzó una nueva etapa. Lo hizo con lo mínimo, a medio gas, y pagando así la factura de hallarse ubicado en una posición privilegiada junto al Peino del Viento, en uno de los extremos de la bahía. "Los destrozos han sido considerables", recuerda su propietaria Cristina Izagirre, "ha habido mucha maquinaría que cambiar, los motores de la mayoría de las máquinas han quedado inservibles, el mobiliario del bar no se puede recuperar y la terraza del exterior ha quedado completamente arrasada, pavimento incluido". La dueña de este restaurante no se atreve a cuantificar los daños, aunque en un primer cálculo, estima que podrían superar fácilmente los 120.000 euros. Su expediente se está tramitando ya en Madrid, a través del consorcio de seguros. Confía Cristina Izagirre en que la respuesta de los aseguradoras pueda permitir al local recobrar del todo la normalidad, "que me dejen el restaurante como estaba, con lo que tenía" pide y añade "yo no me quiero lucrar con esta desgracia, para eso tengo mi trabajo".
Hará falta todavía más de un mes para que el Branka pueda recuperar su aspecto anterior. La intención de la empresa era la de reabrir cuanto antes, pero la renovación de las máquinas ha retrasado su reapertura parcial, "estamos cogiendo el ritmo poco a poco, y pasando el disgusto" afirma Cristina Izagirre, que no duda en apuntar las dificultades por las que atraviesa el sector "tenemos que estar trabajando casi 18 horas cada día, llevar un negocio es muy sacrificado, te dejas casi tu vida personal, para que aquella noche te llamen diciendo lo que está ocurriendo, en 4 horas vives un antes y después".
La dueña del Branka afirma que no pueden permitirse el lujo de cerrar durante un tiempo prolongado: "muchos clientes que pasean por la zona desconocen si está abierto o cerrado y esa es la razón por la que hemos decidido colocar carteles en el exterior, en todos los idiomas, para invitar a la gente a entrar" explica. En el interior se encuentran con una sorpresa que están dando mucho juego: los clientes estaban acostumbrados a tomarse un café con vistas a la bahía. Ahora, hemos sustituido esas vistas con paneles y vinilos que muestran imágenes de La Concha y el Peine del Viento "es un guiño simpático que hemos intentado hacer, a pesar de lo mal que lo estamos pasando" concluye la dueña del restaurante.
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Cristina Izagirre BRANKA:"es como un antes y un después"
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Cristina Izagirre BRANKA:"es un guiño simpático que hacemos, a pesar de lo mal que lo estamos pasando"




