Desalojan un colegio abandonado y ocupado que funcionaba como centro social

El inmueble estaba vacío cuando los agentes han entrado. El 'Centro Social Ocupado y Autogestionado Sin Nombre" era lugar de encuentro de un grupo de jóvenes, donde se han organizado durante este tiempo, entre otras actividades, jornadas de teatro social, una feria del libro 'anarquista', conciertos o las primeras asambleas del movimiento sevillano 'Por una vivienda digna'.

Con la ayuda de una radial, los agentes entraban en el edificio pasadas las nueve y media de la mañana. No había nadie dentro. Después se procedía al sellado de las puertas.

El antiguo colegio San Bernardo, cerrado desde los años 90, es propiedad municipal y llevaba ocupado una década. En la fachada hay pintados símbolos anarquistas y aún cuelgan carteles que anuncian eventos y jornadas. Algunos vecinos, presentes durante el desalojo, aseguraban que los jóvenes que allí se reunían nunca han dado problemas y que hasta hicieron obras para evitar que el edificio se viniera abajo. "Si no hubiera sido por ellos ya se habría caído. Algunos son arquitectos y arreglaron las filtraciones para que la fachada no se cayera", contaban dos de estos vecinos mientras observan cómo la Policía Local entraba en el inmueble. "Organizaban actividades culturales, teatros y conciertos, no daban problemas", decían.

Otros, en cambio, afirman que sí ocasionaban molestias. Hablan de enfrentamientos entre bandas en los últimos meses. Cuentan que llegaban otros jóvenes ataviados con simbología fascista y provocaban incidentes. "Se han organizado auténticas peleas de bandas aquí mismo", cuenta uno de ellos. "El inmueble es público y no es justo que sólo unos pocos tuviesen llave", añade.

El director general de Seguridad del Ayuntamiento de Sevilla, Antonio de la Rosa, presente durante la entrada de la Policía Local en el edificio, cuenta que se han recibido quejas en el distrito. "A muchos vecinos no les gusta que se ocupe un inmueble público con una patada en la puerta", afirma. De la Rosa dice que ahora se estudiará el estado de conservación del inmueble para decidir después el uso que se le dará.

En lo que la mayoría de los vecinos de la zona coincide es en lamentar que, ahora, el edificio volverá a estar cerrado y sin uso, y "probablemente se terminará cayendo". "Lo justo sería que sirviese como centro cultural para el disfrute del barrio", comentaba un señor de mediana edad que pasaba por la calle en el momento del desalojo. "Pero terminará en ruinas y vacío", añadía.