"Leguineche era un excelente periodista y, sobre todo, un buen hombre"

Pilar Kaltzada: le conocí y le traté, como otras muchas personas. Tuve la inmensa fortuna de estar rodeada de varios de sus buenos amigos y de haber participado en ese círculo de confianza en varias ocasiones, en sus casas de Guadalajara y Almería.

Aunque se resiste a llamarse su amiga por admiración, Pilar Kaltzada vivió muchos momentos junto a Manu Leguineche y le llegó a conocer en profundidad. Ella, por ejemplo, nos ha contado la afición de Manu a los libros asegurando que la casa de Leguineche era, sobre todo, un almacén de libros, "había libros en los lugares más insospechados. (...) Daba la impresión de ser una biblioteca caótica" pero tenía un orden interno que Leguineche conocía a la perfección.

Pilar Kaltzada ha destacado también la capacidad de Leguineche de hacerte parte de su experiencia. Kaltzada ha asegurado que Leguineche era "uno de los últimos especímenes de un tipo de periodista que no va a volver a existir". Un periodista que, según le contó el propio Leguineche, basaba su único objetivo en contar lo que pasa. Leguineche era, en palabras de Pilar, un notario de las cosas que estaban ocurriendo, capaz de contar historias de cosas en las que el resto sólo veíamos hechos.

Pilar Kaltzada nos ha contado también una anécdota que, en su opinión, refleja muy bien el carácter de Leguineche, al que define como excelente periodista y, sobre todo, un buen hombre. Nos ha contado cómo consiguió montar, implicando a la Diputación de Bizkaia, una exposición con los dibujos de niños hospitalizados que trajo consigo de la guerra de Afganistán. Dibujos que mostraban aviones que tiraban bombas, niños con miembros amputados, ... Al final varios amigos tuvieron que vigilarle el día de la inauguración para que no se escabullese porque no le gustaba aparecer como protagonista.