Pepe Moral salva in extremis una tarde soporífera

Sevilla

El torero de Los Palacios Pepe Moral ha salvado in extremis, cortando la oreja del sexto, la tercera corrida de la Feria de Abril 2015. Un encierro inservible de Montalvo, incluidos los dos sobreros, ante el que se estrellaron Manuel Jesús 'El Cid' y Daniel Luque.

Se han lidiado toros de Montalvo, tercero y cuarto como sobreros, bien presentados, salvo el segundo sobrero, y de nulo juego por falta absoluta de casta. El primero sí tuvo clase, pero nada de fuerza. El sexto, que se movió algo más, parecío el rey tuerto en el país de los ciegos. Tercero bis, cuarto bis y quinto, pitados en el arrastre.

Manuel jesús 'El Cid', de azul marino y oro, silencio en ambos.

Daniel Luque, de verde botella y oro, silencio en ambos.

Pepe Moral, silencio y una oreja.

En cuadrillas, Alcalareño saludó tras banderillear al primero y Juan Francisco Peña picó muy bien al segundo.

La plaza registró casi media entrada en tarde agradable.

Hasta que Pepe Moral le cortó la oreja al sexto, la tarde ha tenido muy poca historia, esencialmente por el escaso juego de los toros de Montalvo. El Cid abrió plaza ante un ejemplar tan dulce en su embestida como falto de fuerzas. El cuarto bis pareció en los primeros tercios la vaca que se echa en las capeas de las despedidas de soltero. Ante la muloeta del torero de Salteras, pareció romper a embestir pero fue sólo un espejismo.

Daniel Luque pechó con un primer oponente más bravucón que bravo. de hecho se rrancó alegre al caballo de picar y terminó rajado en la muleta. En el haber de Luque apuntar el buen recibo a la verónica y el quite por chicuelinas. Al quinto quiso recibirlo toreando a la verónica de rodillas, pero se lo impidió lo mansón del animal. Se empeñó en vano en amarrarlo a su muleta.

Pepe Moral insistió como el que golpea en hierro frío ante el sobrero que lidió en tercer lugar, otro toro de nulo juego, y salvó la tarde en el que cerró plaza. No es que el de Montalvo fuera un dechado de virtudes, fue otro manso de categoría, pero el de Los palacios tiró de valor y firmeza para arrancarle un par de series templadas por el pitón derecho y una más por el izquierdo. Sonó la música y un certero volapié puso la oreja en sus manos.