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LA CRÓNICA (10ª DE FERIA)

La espada nos privó de cinco orejas

Manzanares, pletórico, hubiera cortado cuatro y una perdió Galván en una gran corrida de Cuvillo

Sevilla

La tarde pudo haber acabado con un resultado más que rotundo: cuatro orejas para Manzanares y una para David Galván, pero el fallo con las espadas dejó el marcador a cero, lo que no puede impedirnos ver lo mucho de bueno que tuvo el décimo festejo de la Feria de Abril.

Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados -más altos cuarto y quinto- y de buen juego en conjunto. Muy noble el primero, gran toro el segundo de nombre Encumbrado, también noble el tercero, sirvió el manso cuarto, bueno el quinto y con movilidad aunque algo más complicado el sexto.

Rivera Ordóñez, de nazareno y oro, silencio y silencio.

Manzanares, de catafalco y azabache, ovación tras aviso y clamorosa vuelta al ruedo tras aviso.

David Galván, de verde botella y oro, silencio tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso.

En cuadrillas, Rafael Rosa y Luis Blázquez saludaron tras banderillear al segundo y Curro Javier lo hizo en el quinto. Juan García, de la cuadrilla de Rivera Ordóñez, fue atendido en la enfermería de la plaza de una cornada envainada de 10 centímetros en el glúteo.

La plaza se llenó en tarde agradable.

Rivera Ordóñez cumplió sin muchas alharacas el trámite de volver a torear en Sevilla en esta temporada de su regreso a los ruedos. Su primero fue tan noble como justo de raza y al manso cuarto, que cogió muy feo a Juan García a la salida de un par de banderillas, si logró embeberlo en la muleta y plantearle faena en los medios pero sin alcanzar grandes cotas de lucimiento. Con la espada anduvo más que bien, al contrario que sus compañeros.

Y es que Manzanares, as de espadas, perdió hasta cuatro orejas por culpa de los aceros. Su primero fue el mejor toro de la corrida. Templado de salida, lo lanceó a la verónica, quitó por chicuelinas y, ya en la muleta, siempre embistió con prontitud, fijeza y calidad. Al quinto lo enseñó a embestir en la tela de su capote, teniendo el toro un buen pitón derecho. La faena de muleta fue templada de principio a fin y plena de garra cuando el alicantino se sobrepuso de una feísima voltereta milagrosamente sin consecuencias. Lo dicho, los cinco descabellos al primero y los tres pinchazos al segundo dejaron a Manzanares sin una rotunda Puerta del Príncipe.

David Galván pechó con un lote que ante todo precisó de oficio y el suyo aún es escaso. Su primero estuvo justito de fuerza aunque llegó noble y con movilidad al último tercio. Los muletazos surgieron de uno en uno y el toro se fue apagando, bajando la intensidad de la faena. Sí la tuvo la que hizo al toro que cerró plaza, sobre todo a partir de otra tremenda voltereta en la que se repitió el milagro de que no pasara nada. Hasta ese momento, Galván no pasó de correcto en un trasteo a menos, como su toro, pero tras el porrazo el toro se aplacó y el torero se vino arriba, metiéndose valiente entre los pitones del de Cuvillo. Con el público entregado, pinchó en dos ocasiones, quedando su premio en una vuelta al ruedo.

 
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