Rodríguez-Monsalve: "La corrupción que se conoce es la punta del iceberg"
El exdirector general de la Cámara de Comercio y miembro del PP establece un decálogo sobre la corrupción y propone límite en los cargos


Valladolid
¿Cuándo se decide un político a dar el primer paso en el mundo de la corrupción? La respuesta es bien sencilla, afirma Rodríguez-Monsalve: “cuando se siente dueño de lo que administra y por tanto se siente con derecho a reclamar su parte. Y esto sucede cuando el político incurre en la “patrimonialización del bien gestionado”. Este concepto viene a decir que “cuando una persona gestiona o usa un bien que no es suyo, a medida que pasa el tiempo va creyendo que es suyo”.
La receta que propone este miembro relevante del Partido Popular es limitar el tiempo de duración de los cargos públicos: ocho años es un periodo razonable. Esta medida reduciría la corrupción de manera muy importante.
Arturo Rodríguez-Monsalve establece tres niveles de corrupción: corrupción “blanca” (se trata de pequeñas corruptelas, como la obtención de regalos o la sustracción de material de oficina para uso particular); la corrupción “gris”, que abarca conductas no tipificadas penalmente pero reprobadas por la sociedad (un político es invitado de vacaciones al yate de un promotor inmobiliario); y, finalmente, la corrupción “negra”, que integra delitos como prevaricación, cohecho, tráfico de influencias,…
La teoría del autor de “La esencia secreta de las cosas” indica que cada funcionario o político sólo tiene acceso a la categoría de corrupción que corresponde a su nivel.
La experiencia de Arturo Rodríguez-Monsalve le lleva a establecer un “Decálogo” de la corrupción:
1.- La corrupción que se conoce es la punta del iceberg.
2.-La impunidad retroalimenta a la corrupción.
3.-Para iniciarse en la corrupción debe uno sentirse dueño de lo que administra y eso se consigue con el paso del tiempo (patrimonialización del bien gestionado).
4.-Los controles de la Administración no sirven.
5.-El corrupto lo pide, nadie viene a proponérselo.
6.-La corrupción está escalonada por niveles de tal modo que cuando más alto se está en el escalafón a mayor nivel de corrupción se accede.
7.-Los subordinados “conocen los enjuagues de sus jefes corruptos, pero callan por temor”.
8.-La corrupción no sólo debe medirse por el dinero sustraído, sino por privilegios, influencias y beneficios obtenidos al aprovecharse del cargo.
9.-La falta de alternancia política abona la corrupción. Por tanto, “tiene a ser mayor en aquellas Comunidades Autónomas y Ayuntamientos en los que un mismo partido político viene ostentando más tiempo el poder”.

José María Francisco

José María Francisco
Y en el décimo punto Rodríguez-Monsalve concluye con una “fórmula de la corrupción” derivada del número años en el poder, la dimensión del municipio y la propensión de un político hacia la corrupción.
Asimismo, plantea un organismo autónomo anticorrupción, con amplios poderes y con financiación suficiente para realizar su trabajo con eficiencia, que acepte las denuncias anónimas de los ciudadanos.
La obra de Arturo Rodríguez-Monsalve, basada en una conversación entre un adulto con experiencia y un joven estudiante, indaga en diversos factores del comportamiento humano: la virtud, el éxito y el fracaso, la gratitud, el poder y la autoridad, la expresión de los sentimientos, la prudencia, etcétera.
El carácter autobiográfico del libro queda rubricado en las últimas páginas, cuando el exdirector general de la Cámara de Comercio e Industria relata un cese arbitrario y oscuro por no cambiar un informe en la adjudicación de una obra.
“Me destituyeron sin escucharme. Me sentí como que me condenara un tribunal sin garantías. Todo fue una trampa urdida por el presidente para dar la apariencia de que su propuesta era justa”, explica el protagonista de la obra.
Y no faltan llamadas al compromiso de las personas en todos los ámbitos de la vida: “Los peores males de la sociedad no se cimientan en los delitos humanos, tan visibles, sino en el envilecimiento moral de los ciudadanos, que a menudo se muestran tibios e indiferentes ante la injusticia y deciden mirar hacia otro lado y callar. Son aquellos que prefieren obedecer antes que decidir por sí mismos, pero no saben el peligro que conlleva este tipo de conducta”.




