12 de agosto de 1914: el día que se incendió el (anterior) Teatro Principal
En nuestra sección de fotos antiguas recordamos el incendio que acabó con un teatro histórico que se levantó el año 1821.

El Teatro Principal de Vitoria (ubicado en el conocido actualmente como edificio del Banco de España) tras el incendio / Enrique Guinea / Archivo Municipal de Vitoria

Vitoria
El pasado año se cumplieron 100 años del pavoroso incendio que sufrió el vitorianoTeatro Principal, que lo dejó totalmente inservible. Estaba situado en la hoy denominada calle Lehendakari Aguirre, entonces Cuesta del Teatro, vía que posteriormente paso a llamarse Cuesta del Banco de España, nombre dado por el uso a que se destino el edificio, al desaparecer el de teatro.


El hecho ocurrió el 12 de Agosto de 1914 y el periódico Heraldo Alavés, diario de la tarde, dedicó prácticamente toda la primera página de esa fecha a dar cuenta de lo ocurrido, en una crónica de urgencia: “En las primeras horas de la mañana, a eso de las tres, se ha declarado un violento incendio en el Teatro Principal, quedando únicamente del edificio en píe, la fachada y las paredes maestras. El fuego no pudo ser dominado hasta las cinco, hora en que los bomberos después de ímprobos trabajos lograron localizarlo, atajándolo con brío y acierto.
Gracias a la oportunidad de media docena de personas que hallándose en el Cafe Imparcial y se disponían a retirarse a sus domicilios cuando comenzaron a percibir las llamas, no perecieron en el siniestro las tres únicas personas que habitaban en el Teatro, la mujer e hija del conserje y el propio Nemesio Sososaga.
Félix Pérez de Mandojana, Pepe Bajo, Serapio Torio, Casimiro Ullivarri y algunos otros salían del citado café momentos antes de las tres de la mañana.
Con gran sombro observaron que de algunos ventanales de la parte alta del Teatro salían abundantes llamas.
Dieron la voz de alarma, los serenos hicieron sonar sus silbatos y al propio tiempo, cuantos se encontraban en lugar del suceso comenzaron la ímproba tarea de derrumbar las puertas que daban acceso a las escaleras del gallinero (parte alta del graderío), que es la que utilizaba el conserje para dirigirse a sus habitaciones.
Este a pesar del griterío y los golpes dados en las puertas de la fachada, tardó bastante en darse cuenta de la desgracia.
Nemesio Sosoaga, intentó escapar por una de las puertas que dan acceso al ambigu (bar) de la parte alta del Teatro, pero al abrirla se encontró una fuerte llamarada, que le hizo retroceder, causándole algunas lesiones en la mano y en la cara.
Al percibir la catástrofe que le amenazaba, con su mujer e hija se encaramó por los ventanales próximos al tejado, que es el lugar mas próximo de sus habitaciones y se colocó en la cornisa saliente que presenta la fachada principal del Teatro.
Desde este punto daba la desgraciada familia angustiosos gritos, demandando auxilio. Desde la calle procuraban hacerles comprender que habiase ido en busca de la escalera de salvamento.
El momento de colocar la escalera en la fachada fue de una ansiedad terrible. Nemesio Sosoaga presa de loca emoción, decia: “que me tiro, que me tiro”.
Una vez de colocada la escalera, subieron por ella varios bomberos, los cuales con todo genero de precauciones ayudaron a las victimas del incendio, que se hallaban en el alero de la fachada, a colocarse en la balaustrada de la escalera.
Las primeras en descender fueron la mujer y la hija y después este.
Los supervivientes de esta catástrofe fueron envueltos en mantas, facilitadas por Francisco Valdecantos y conducidos al domicilio de este, donde las dos mujeres quedaron convenientemente acomodadas en dos camas.”
Posteriormente Nemesio, manifestaría al periodista que “de tardar algo mas los auxilios nos hubiéramos visto obligados a caer a la calle, desvanecidos por la asfisiante temperatura que respirábamos y la humareda que nos envolvía.”


Al lugar del incendio acudieron fuerzas de la guardia civil, del ejercito, de los miñones y la policía local. El arquitecto municipal Sr. Aguirre dirigió las operaciones encaminadas a evitar que el fuego se propagara a las casas próximas y al cuartel que ocupaba el antiguo convento de San Francisco, que estaba situado donde hoy día se encuentra la Subdelegación del Gobierno del Estado.
El siniestro acabó absolutamente con todo. Solo quedaron las cuatro paredes exteriores, tal como se ve en la foto del Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz, obtenida el mismo día del suceso por Enrique Guinea. Como se ve fue numerosa la gente que acudió a observar el estado del edificio, tras el incendio.
De esa forma se dijo adiós a un teatro histórico que se levantó el año 1821.


José Cola y Goiti, en el mismo periódico y en la misma fecha del suceso, nos da algunos datos de este teatro: “El edificio era uno de los mas bellos de la ciudad. Se alzaba sobre una parte del terreno ocupado por el antiguo hospital de Santiago, según los planos del famoso arquitecto Silvestre Pérez.
La primitiva pintura de la sala se debió al italiano Mazonesqui, pero en las grandes y diversas reformas que ha sufrido el edificio desapreció el primitivo decorado, siendo sustituido por otros de mejor gusto.
Constaba la sala de tres órdenes de palcos y paraíso y el local era de forma de herradura, rematado en ambos lados con elegantes, cómodos y espaciosos proscenios, con antepalco.
En el piso principal existía un saloncillo de descanso, que recibió diferentes reformas.
El escenario, sin ser de gran amplitud, reunía buenas condiciones y tenía buena maquinaría.
El telón de boca era de mérito grandísimo; representaba sencillamente un inmenso cortinón de terciopelo rojo, con enormes borlones dorados y una ancha y preciosa greca, también dorada, felíz y fiel imitación de la Legia del Vaticano pintada por Miguel Angel.
Las decoraciones eran sin duda lo mejor del incendiado coliseo: un gran telón de fondo, imitando pádo de alcázar suntuoso, un gran salón ojival, una decoración de selva, otra de jardín, otra de cárcel, otra de una casa pobre, otra de calle y otra de mar, en la que se pintó muchos años después un puerto, por distinta mano. Esas ocho decoraciones fueron pintadas por el artista francés Victor Chenillon , al que el alcalde de entonces José Jorge de Goya encargó la obra que tan satisfactoriamente terminó en el año de 1845.”
Victor Chenillon fue un pintor decorador, autor entre otros trabajos de 1.843 decoraciones arquitectónicas del Gran Teatro de Marsella (Francia), en los años 1840-1850. Curiosamente al igual que su “hermano” de Vitoria en 1919, un incendio destruyó este monumento y sólo se conservaron los muros maestros, la columnata jónica y la fachada principal , desapareciendo por tanto aquí también las pinturas del citado artista.




