Manolo Salvador se fustiga

Valencia

Se agradece que un director deportivo salga públicamente y pida perdón cuando ha cometido varios errores, porque es el primer paso para tratar subsanarlos. Hay otros, como Rufete y Ayala que metieron la pata hasta el corvejón con el pasaporte de Nicolás Otamendi y todavía no han dado explicaciones.

Sin embargo, lo que quiero analizar no es el tiempo que transcurre entre el fallo y la disculpa, sino el calado de una concatenación de malas decisiones y sus consecuencias.

La angustia y el sufrimiento que ha vivido el levantinismo durante esta temporada no tiene su origen en la elección de Rafael como sustituto de Baba, en la escasa producción ofensiva o en convertirse en el segundo equipo más goleado de la categoría.

LE FALTÓ VALOR PARA CUESTIONAR A CAPARRÓS

La gravísima equivocación de Manolo Salvador data de mayo de 2014, fruto del inmovilismo que demostró ante la avalancha de datos que requerían el obligatorio relevo de Joaquín Caparrós y la necesidad de hacer una reforma integral de aquella plantilla tras los fiascos de Aloys Nong, Diawara, Remi Gomis, Sergio Pinto, Javi Jiménez, Chris Lell, el escaso rendimiento ofrecido por El Adoua que se marchó a China o de Andreas Ivanschitz que sigue sin encontrar su sitio en el verde.

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La fotografía del Levante de aquel verano les resultará muy familiar, fue el equipo que menos remató, el que menos jugadas colectivas realizó, el que menos balones recuperó, el que menos centros al área puso y el segundo al que más le dispararon.

En la comparativa con la instantánea de este año hay un elemento diferenciador. Keylor Navas, fue el líder de paradas de la Liga, el jugador que más intervino en cada partido y el más determinante en el resultado.

Manolo tenía la foto clara, nítida, cristalina. Ve muy bien el fútbol y observó lo mismo que la grada de Orriols, pero optó por lo fácil. Estabilidad sin riesgo aparente.

Además, si el presidente Quico Catalán y el Consejo estaban muy contentos con el trabajo realizado por Caparrós y llevaban varias semanas hablando de la renovación del técnico de Utrera porque se iba a oponer a una decisión socialmente aceptada y que le generaría impopularidad mediática.

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Sencillamente se acomodó en ese confortable consenso en el que Caparrós iba tomando decisiones sin que hubiese concluido la temporada y sin firmar su continuidad.

Mientras, te ofrezco un año más uno y yo quiero dos, se le amplió el contrato a Nikos, para terminar pagando un traspaso por Toño en la última semana del mercado estival. Se renovó a Nabil El Zhar que no ha sido capaz de arrebatarle la titularidad a Morales, un chico que aprovechó su oportunidad en pretemporada y que se convirtió en el solucionador de muchos de los problemas que Manolo no supo resolver desde el despacho.

Esa falsa comodidad en la que se había instalado el proyecto se vio atropellada con la espantada de Caparrós, que pilló a todos los estamentos del club con el paso cambiado y especialmente al constructor del proyecto, que se desorientó y tiró de catálogo sin examinar con detalle lo que había ocurrido durante el año.

CON LA BOCA ABIERTA Y SIN BRÚJULA

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Manolo no funciona bajo presión, se le seca el paladar. El entorno le obligó a ponerle cara al cargo de entrenador con celeridad, sin reparar en un cambio incoherente de modelo al no disponer de una plantilla capacitada para jugar alejada de la frontal del área. Mendilibar no engañó a nadie, simplemente reflejó las carencias de una absurda planificación y de la que él también fue participe.

Ese fue el epicentro del desorden y todo lo que ha ido sucediendo con posterioridad son las derivadas del caos en el que muchos chapotearon. La pretemporada generó muchas dudas, trajo los primeros lesionados, el exigente calendario dejó a una decena de jugadores en la enfermería en tan solo ocho jornadas y al técnico vasco en la calle.

LÍNEA POR LÍNEA

Los fichajes, que tendrían que haber sido la columna vertebral del nuevo Levante, no alcanzaron el nivel necesario para competir en Primera. Alcaraz ha tenido que jugarse la permanencia con la misma base del equipo de Caparrós y con una dinámica de vestuario muy peligrosa. Increíble.

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La portería fue vulnerable y tremendamente frágil con Diego Mariño. La zaga no encontró a su líder, Alcaraz tuvo que acumular centrales de la vieja guardia pretoriana para transmitir consistencia y liberando a dos recién llegados a la galaxia como Toño e Iván López que fueron los aguadores por las alas.

El mozambiqueño Simao Mate Junior se ganó la titularidad gracias a su tremenda regularidad, pero el problema de la creación sigue latente en la otra figura del doble pivote.

A Momo Sissoko se le puso en forma durante cuatro meses para regalarle dos años de contrato, Pape Diop trabajó pensando en una Copa de África que le transportase hacia otro club, Víctor Pérez deambuló por Buñol hasta que se marchó a vagar por la Major League Soccer donde tampoco juega y un niño con 20 años, de apellido Camarasa tuvo que asumir un rol que no le correspondía hasta la puesta a punto de José Mari.

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Ahora, llegará Verza, pero el Levante adolece desde la salida de Barkero de un asistente que dé el último pase. Ese cromo no lo tenemos, contabilizo seis centrocampistas con contrato y Alcaraz quiere una plantilla reducida. Dicho queda.

El talento de Rubén García está escondido en algún lugar del Raconet y ha pasado tan desapercibido como el único recurso estratégico que le queda a Ivanschitz. Sorprendentemente, todo el trabajo de campo de la secretaría técnica durante un año para mejorar esa demarcación les condujo hasta Gavilán. No me equivoqué. Tenía la certeza de que acumularía más lesiones que minutos. En enero se marchó al anónimo Platanias de Grecia.

Afortunadamente, Lucas Alcaraz, tras unas semanas de un reconocimiento controvertido de la tropa, se aferró como clavo ardiendo a la fiabilidad de Morales, un jugador que el Levante fichó hace dos años para jugar en Tercera división y que se ha convirtiendo en el comodín de una baraja sin ases, camuflando la escasa aportación de Xumetra o de El Zhar, ambos con contrato en vigor pero sin condiciones para crecer en el equipo.

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Y lo de arriba fue de traca. Rafael Martins, el fichaje estrella terminó la temporada con un gol y un único partido como titular desde la llegada del técnico granadino, que supo explotar la mejor versión goleadora de Barral, Casadesús y Kalu Uche.

De puertas hacia fuera, el balance final de la temporada es positivo porque la sostenibilidad del proyecto granota pasaba por seguir por sexto año consecutivo en la máxima categoría del futbol español y que le garantiza unos suculentos ingresos televisivos con los que podrá construir un mejor proyecto, pero Manolo Salvador sabe que ha estado al borde del precipicio por el paupérrimo rendimiento individual de muchas de sus últimas adquisiciones.

El Levante ha pasado de un once en el que se juntaban Iborra, Diop, Barkero, Juanlu, Valdo y Koné a uno en el que juegan Simao, José Mari, Morales, Casadesús y Barral

La plantilla se ha depreciado, ya no tiene el nivel mínimo exigible para competir dignamente en Primera y obligatoriamente tendrá que acometer una profunda remodelación si no quiere que los levantinisitas vuelvan a sentir desde la primera jornada la amenaza del descenso. Dispone de capacidad, tiempo y algo más de dinero. Ahora solo necesita acierto.