Sarver, llévame la mochila
La Fundación apuesta por liquidar la deuda granota y revitalizar el proyecto con la ayuda del inversor norteamericano
Valencia
Les confieso que mi primera reacción fue negativa. No quiero que se venda el Levante, no me apetece que un señor de Arizona se convierta en el propietario del legado de muchas generaciones granotas, no es necesario desprenderse de la mayoría accionarial en el momento más dulce del decano del futbol valenciano y además lo secunda un comunicado del Patronato de la Fundación que reitera que el paquete de control accionarial no está en venta. Macanudo.
Me desahogué y luego conté cuántos levantinistas con posibles, estarían dispuestos a comprar más de 1.200 paupérrimas acciones que fue el resultado de la última llamada a filas. Ninguno.
Les recuerdo que el levantinismo aplaudió un simulacro de venta a un desconocido empresario andaluz, Tomás Carmona, permitió que un modesto constructor de Tomelloso, Jesús Serna figure por los siglos de los siglos como el vigesimoctavo presidente y que hasta un gallego, José Rabade fuese por unos días el máximo accionista. Todas las operaciones fueron rocambolescas, diseñadas por un mal guionista y que unieron a los aficionados con un único propósito. Expropiar a Pedro Villarroel y sacarlo de la vida diaria del club. Ahora, el Levante es un objeto de deseo para Robert Sarver.
Sin embargo, la pregunta no es si se le vende a un reputado banquero, propietario de una franquicia de la NBA, un excelente padre de familia y que tiene unos colegas de viaje fantásticos, la pregunta real es por qué se atiende una oferta y por qué en este preciso momento.
AGOTAMIENTO Y VÉRTIGO
Todos los caminos me conducen a una razón principal, Quico Catalán se ha cansado de llevar la mochila en solitario, una mochila con mucha menos carga que hace seis años y con la que ha estado a punto de caerse de bruces en el momento de iniciar el último tramo de la escalada. Quico no es el dueño, pero sí es el máximo responsable y en el camino hacia la cumbre se ha encontrado con un tipo con mucho músculo que quiere ayudarle a coronar la cima.
Esa sensación de vértigo y de fatiga le ha marcado en lo profesional y le tiene atrapado en lo personal. Por un lado, sabe que el Levante vive el mejor momento en 105 años de historia, pero por otro sabe que si da un paso en falso, el futbol le penalizará, le castigará, formateará el disco duro de tantos sacrificios y puede pasar de héroe a villano en un chasquido de dedos.
El presidente es consciente que ha rescatado a su club de una liquidación segura y ahora tiene viabilidad con una carga financiera estructurada y asequible. El día que firmó ante notario el traspaso de Keylor Navas al Real Madrid lo salvó del descenso administrativo ante la Agencia Tributaria y el día que firmó la refinanciación con los bancos le dio el oxígeno necesario para sobrevivir.
Estoy completamente convencido, que por un segundo pensó que era la fecha perfecta para recuperar su vida, pero miró atrás y se encontró con su amiga soledad, la misma que le acompaña a diario, esa que no quiere llevarle la mochila y que le invitó a renovar su cargo por cinco años más.
LA OPORTUNIDAD NO SE BUSCA, SE PRESENTA
Con estos antecedentes, ha aparecido en escena un compañero norteamericano, arropado por la Liga de Fútbol Profesional, que quiere elevar las prestaciones de un Levante completamente consolidado en la categoría y que mejorará la estructura ejecutiva y deportiva. Negarse a escuchar a la parte interesada en liquidar la totalidad de la deuda sería una postura poco inteligente.
Además, el Levante dispone de muchos elementos en la negociación para conseguir una venta favorable, minimizando los riesgos y exigiendo que Robert Sarver acepte como condición indispensable del clausulado una opción de recompra por parte de la Fundación, que será la encargada de salvaguardar el patrimonio.
¿Cuánto vale un club de Primera división, cuánto vale en una gran metrópolis como Valencia, con un estadio propio, con miles de metros de edificabilidad recalificados, con un gran instalación en Buñol, con un filial en Segunda B, con múltiples secciones deportivas y con una cantera de abonados infantiles que incrementan el ratio de implantación social y que elevará a más de 30 millones de euros los dividendos de un nuevo contrato televisivo? ¿Más o menos de 56 millones de euros?
El precio neto y las líneas rojas que Robert Sarver esté dispuesto a firmar marcarán la decisión definitiva de un Patronato proclive a la venta. La Fundación y parte del Consejo prefieren las garantías de un inversor que quiere cargase la totalidad de la deuda de un plumazo, a los movimientos aleatorios de un balón caprichoso que puede interrumpir el despegue de la entidad.
Y si Robert en algún momento se cansa o la Liga BBVA no colma sus aspiraciones, Quico Catalán ya tiene el entrenamiento necesario para colgarse de nuevo la mochila, clavar el piolet en la montaña y reiniciar la ascensión.
José Manuel Alemán
Redactor de Deportes en Radio Valencia