Sociedad

Sobrevivir al acoso escolar

Los padres de una niña de diez años consiguen que la Consejería saque a la pequeña, víctima de acoso escolar, del centro Manuel Bartolomé Cossío en Aluche para el próximo curso

La niña empezará el próximo curso en otro colegio / John Gómez

Madrid

“Mi interior está vacío y roto. En mi cabeza están reinando el miedo y la soledad. Llévame a otro mundo lejos de éste”. Decenas de frases como éstas vienen recogidas en el diario de una niña, y son el producto de meses y meses de acoso escolar en un colegio público del madrileño barrio de Aluche. La Consejería de Educación, después de varias peticiones de los padres, ha propuesto que esta niña cambie de colegio el año que viene y que empiece el próximo curso en el centro donde su padre es profesor. Una historia de acoso con un final que si no puede ser calificado de feliz, al menos podrá ser considerado como esperanzador tanto para la niña como para su familia.

Sus padres, docentes los dos, lo tuvieron muy claro desde el principio: “No queremos otro caso como el del Ciudad de Jaén”, dijeron a la Consejería en un escrito. Primero fue una nota en un perchero con la palabra “puta”. Después, comentarios en el comedor: “Ves, no te quiere nadie”. Y al cabo del tiempo, según explica a la Cadena SER Alberto, su padre, un diario en un cajón de su cuarto donde vomitaba el día a día con una capacidad narrativa impropia de una niña de diez años. “Manifestaba cosas con una madurez que nos dejó alucinados, lo presentamos como prueba de lo que había sufrido la niña durante todo el curso, entonces fuimos hacia adelante para que activaran el protocolo de acoso escolar”.

Según sus padres, la puesta en marcha de este protocolo no hace sino empeorar las cosas, y es entonces cuando un psiquiatra de la Seguridad Social pone su problema negro sobre blanco: “Tras su valoración, se ha confirmado que los síntomas consultados se relacionan con sus dificultades para adaptarse al estrés ocasionado por situaciones previas de acoso escolar”, iniciando el correspondiente tratamiento y recomendando el cambio de centro de la niña, que se vería “muy beneficiada de la posibilidad de entrar en el mismo colegio donde trabaja su padre como profesor”, reza este informe.

Cambio a la segunda

Después de muchas idas y venidas, ayer la Consejería de Educación comunicó a los padres de esta niña que proponían su traslado al centro de trabajo del padre para el próximo curso: un cambio al segundo intento, ya que la primera vez les habían propuesto otro, decisión reconsiderada tras tener la oportunidad de estudiar los informes psiquiátricos de la pequeña.

Los padres tienen claro dónde dirigir su enfado: a la imagen que el centro dio, según su versión, de su hija de cara a los informes de la inspección: “Pone que mi hija era problemática, que tenía el rol de acosadora… en siete años no nos han manifestado nada de que mi hija se portase así”. Añade que esto les ha indignado especialmente: “La forma en que han intentado hacer que mi hija sea una inadaptada social en un informe: a nosotros nos ponían una cara, y por detrás al inspector la que a ellos les interesa, diciendo que no hay acoso y que la niña es rara. Nos ha dolido mucho, ahora resulta que desde el mes de junio mi hija es una acosadora”.

No es el único caso

Varias familias se han puesto en contacto con la Cadena SER para explicar su caso, y poner de manifiesto que la experiencia de esta niña no es la única que se ha vivido en las aulas de este centro de Aluche. Lola, madre de un niño de altas capacidades, decidió cambiar a su hijo de centro también este año. “Hay un montón de violencia, de agresividad, tanto por parte de alumnos como por parte de tutoras, y el equipo directivo, en vez de solucionar, lo que ha hecho es tapar y tratarlo como casos individuales, como la realidad no es esa”, señala en declaraciones a esta emisora.

En el caso particular de su hijo afirma que esta situación le ha producido “trazas de ansiedad y depresión, por todo esto que ha estado viviendo por parte de la tutora con vejaciones, gritos, empujones, agresiones físicas leves…”. Afirma que puso esta situación en conocimiento del centro, del inspector y del orientador “y nadie ha hecho nada”. “Todo lo que se ha hecho es tapar, tapar y tapar, no se ha cuidado por el bienestar de los niños sino por el buen nombre del colegio, hay un corporativismo voraz”, afirma.

 
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