Fermín Bocos abre las 'puertas del infierno'
Hablamos con el autor de su último libro publicado con Ariel
Madrid
Para ser 1 de octubre hace calor en Madrid y las puertas de la librería Méndez, situada en la calle Mayor, están abiertas. Hemos quedado allí con una voz mítica de la radio, pegada durante algún tiempo al inconfundible muelle de Hora 25. Mientras esperamos a Fermín Bocos, nos recibe Antonio, hijo y nieto de libreros. Lleva 23 años defendiendo lo suyo, un negocio donde la palabra crisis siempre resuena, aunque como él mismo recuerda, esto, como el apellido, también se hereda: "En 1977 se hizo cargo mi padre del espacio. Eran tiempos difíciles para vender libros, tiempos miedosos. Mi padre traía libro político y erótico de México y Argentina".
Antonio amontona libros en una mesa para hacernos un hueco donde colocar los micrófonos y, mientras tanto, nos cuenta que conoció a Fermín hace unos seis años y de la forma más casual. Acababa de sacar libro y le pilló mirándolo en el escaparate. "Salí a saludarle y, desde entonces, él es un asiduo a la librería Méndez". Ahora, acaba de publicar con Ariel Viaje a las puertas del infierno, un inquietante recorrido por la historia y la cultura del inframundo. Llega Fermín y le preguntamos si ha hecho un pacto con el diablo porque apenas notamos que haya pasado el tiempo por él. "He hecho un pacto con la radio", nos dice mientras recuerda tantos años de trabajo "con unos horarios estrambóticos y tan alejados de lo que es una vida saludable".
Entrevista a Fermín Bocos en A vivir Madrid
16:53
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En el interior del libro hay un mapa que marca todos los lugares que ha visitado para escribir estas páginas. Entre ellos, La India, Japón, Italia, Grecia y España, que es donde empieza esta aventura. El viaje incluye Madrid, en concreto el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde el 29 de septiembre se celebra una ceremonia "que pretende desagraviar a una sagrada forma, a una hostia, que después de haber sido consagrada fue profanada por un soldado mercenario que la pisoteó y dejó la impronta de tres clavos. Según la tradición, esa sagrada forma fue de mano en mano de varios príncipes". En palabras de Fermín, este ritual es una "misa solemne" en la que participan bastantes sacerdotes y la especularidad reside en que en un momento muy cerca de la consagración "aparece un cuadro del suelo que se eleva". El protagonista de esa pintura es Carlos II, 'el Hechizado'.
Reconoce que salió impresionado de esta ceremonia. "A lo largo de estos 20 episodios, yo he llegado a una conclusión: sigo siendo el analista político, el periodista de radio y de televisión, pero he podido concretar que hay un fenómeno en la naturaleza humana, hay una pulsión intelectual en nosotros que en el fondo nos hace ver que somos algo más que animales". Hubo un tiempo en el que los hombres hablaban con los dioses con más naturalidad y en el que el infierno era un espacio físico. La curiosidad llevó a Fermín a abrir las puertas de ese infierno y no por una cuestión de vinculación religiosa con un determinado credo, porque él se declara escéptico por oficio y por lo vivido en mil batallas. "Soy poco impresionable, pero ese es un hecho que he vivido".