Informes psiquiátricos que desaconsejan la grada de animación
Los Mossos han tenido en cuenta informes psiquiátricos sobre la violencia a la hora de frenar esta grada del Barça

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Barcelona
Según estos informaes, las gradas de animación se pueden convertir en "bombas de relojería" porque pueden concentrar muchos seguidores proclives a la violencia o seguidores a los que "les va la marcha" en jerga más policial.
Un 1% de la población es potencialmente agresiva y de este porcentaje tampoco se escapan los casi 100.000 socios que se reúnen en el estadio. "Es un riesgo facilitar su concentración", dicen fuentes policiales, que han tenido en cuenta o se inspiran en informes psiquiátricos como el del doctor Miquel Casas, responsable de la unidad de psiquiatría del Hospital de la Vall d’Hebrón: "Concentrar de forma artificial, concentrar esta impulsividad patológica es peligrosísimo y facilitas la captación de los potencialmente agresivos", añaden.
El jefe de psiquiatría de la Vall d'Hebron asegura, en efecto, que hay un porcentaje elevado de la población que puede desarrollar conductas violentas y agresivas: "Aproximadamente el 10 por ciento de la población puede desarrollar en algún momento de su vida conductas agresivas y violentas, y las puede desarrollar sin ningún desencadenante. Y que sean realmente peligrosas graves puede ser el 1 o 2% de la población".
Los violentos se acaban imponiendo en una grada de animación
Son muchos los que potencialmente pueden desarrollar violencia pero por suerte el cerebro humano tiene mecanismos de compensación que hacen que no se entreguen a la violencia excepto los que sufren desde pequeños trastornos relacionados a menudo con las dificultades de aprendizaje en la escuela que no han sido diagnosticados y tratados de manera que de grandes reproducen actitudes de violencia o de agresividad en las que encuentran su bienestar y tranquilidad, situaciones de estrés tales como enfrentamientos con aficionados o con la policía. Es un trastorno que estas personas apuntan desde muy pequeños: "Lo que le va bien es estresarse y cuando él se estresa se encuentra mejor. Y el nano estresa peleándose, rompiendo cosas o haciendo fechorías".
En una jornada sobre temas de seguridad celebrada este pasado mes de octubre el doctor Miquel Casas explicó las tesis que han servido de orientación a la policía para poner impedimentos en la grada de animación: "No es violento lo que quiere sino por desgracia lo que le toca serlo. Se el determinismo de la madre naturaleza lo que hace que nadie quiera tener enfermedades pero se tienen".
La violencia, también en los estadios, tiene que ver por tanto con trastornos que se arrastran y que se activan y que en muchos casos se habrían podido evitar: "Entre un adolescente destructivo y uno constructivo, de normal, a menudo sólo hay que no se ha hecho un correcto diagnóstico y un adecuado tratamiento".
No es una cuestión moral de ser buenos o malos. Es un trastorno no tratado que hace que el agresor encuentre su bienestar en el estrés, en la sensación de riesgo "en el hecho de pegar o que el peguen". Y la policía lo tiene y lo ha tenido muy en cuenta a la hora de poner impedimentos a la grada de animación donde dice la policía que al final se acaban imponiendo los más violentos.




