"Volveremos a ser invisibles".

Ahora llegan unos días para la diversión y no porque las fechas navideñas nos inviten a eso –que también- sino porque el próximo domingo tendremos elecciones generales y los políticos desparramarán su cariño por todas las barriadas de Algeciras.

 Y me refiero a diversión porque se ve a políticos titulares y a aspirantes dando vueltas por asociaciones de vecinos y calles que no han visto ni en pintura durante la legislatura y se pegan abrazos con abueletes, a los que invitan a desayunar, y con presidentes de esas asociaciones que les hacen reverencias para sacar a cambio algo de aguinaldo.

 Llegan días para arreglar San Isidro, hablar sobre el Saladillo, descubrir que los accesos a la ciudad son un desatino, para prometer millones de euros en el Ibertren que llega a Algeciras –aunque, manda cojones, Rajoy diga que la ciudad está muy bien comunicada-, para iluminar la paupérrima circunvalación, para pactar con el puerto, para restaurar La Caridad, para pasear las vergüenzas por calles con aceras rotas, poco iluminadas, carentes de jardinería y que no han visto el servicio de limpieza desde que el barrendero de turno les llevaba la estampita de San Martín de Porres.

 Llegan días para los abrazos y cariños fingidos, para mostrar las luces del centro de Algeciras mientras las barriadas se alumbran con mecheros y para mostrarse cercanos y comunicativos con todos los que tenemos un voto en las manos. Días de debates televisivos y radiofónicos, con asesores de plástico que hacen el agosto quitando las pelusas a sus líderes.

 Llegan esos días en los que uno descubre lo que ya sabe, que para la clase política –sin exclusiones- somos un voto para garantizar sus malditos escaños de Madrid. Da igual que tu voto lleve coleta, barba, sea para un catalán reconvertido a español o para un español que juega a catalán. Lo único verdadero es que el 21 de diciembre, cuando ya sepan el sillón que les corresponde en el Congreso, nos volverán a mirar por encima del hombro y a tratar con los mismos gestos de desprecio que habitualmente recibimos: volveremos a ser INVISIBLES.

 ¡Feliz Navidad para todos! Incluidos nuestros políticos…!