"Gracias" Premio Ateneo Algeciras

Me han contado que, en Algeciras, siguiendo la carretera que lleva a Getares, en la loma que se divisa a la derecha, se asienta una casa, desde donde sus habitantes pueden disfrutar de la magia del Estrecho a las puertas del Mediterráneo.

Una vez allí, es como si te asomaras a un país maravilloso. Claro que allí no te espera Alicia. No. Allí hay ángeles. Ángeles visibles, tangibles, terrenales, plenos de humanidad, comprensión, respeto, seres humanos que cuando llegas, te acogen con una sonrisa real, no fingida, que te invita a abrir de par en par tu corazón y exponer tus dificultades, tu angustia, tus dudas sobre que está ocurriendo en tu organismo que no terminas de entender. Durante esa breve entrevista, quien te atiende, va tomando nota de cuanto expones y, simultáneamente, por lo que vas relatando determinan que equipo te debe atender, que planta es la mejor para cuanto han de ofrecerte y sobre todo para cubrir todo aquello que necesitas. Están organizados y estructurados de tal manera que todo funciona como una cadena, eso sí, humana, para que olvides lo que te llevó hasta allí, y confiando en su profesionalidad y buen hacer, no solo lo olvides sino que además: desaparezca.

Allí, encuentras ángeles para todo. Como si se tratara de una ciudad, que funciona las 24 horas del día, tienen previstas las distintas situaciones que puedan producirse para atenderlas de inmediato. Ya sean técnicas, científicas o incluso de mantenimiento de esa extraordinaria infraestructura. Se desviven por averiguar y resolver lo que te atormenta tras un estudio pormenorizado, en el que participan profesionales, altamente cualificados, que diagnostican cual es tu dolencia y las medidas que se han de poner en marcha para aliviar y curar tu, para ti, ignorado pesar. Una vez determinado el diagnóstico, los especialistas en cada caso, celebran reuniones para establecer el protocolo que mejor conviene a cada paciente para iniciar el proceso que conducirá a su curación. Y cuando finaliza el mismo, proceden a comunicarte lo que tanto ansiabas “el alta”.

Mi amigo, interrumpió su relato y se quedó mirándome a los ojos fijamente.

-¿Qué te ocurre?, me dijo.

-¿Por qué?, pregunté.

-Porque tus ojos brillan mucho. Parece como si estuvieras emocionado, me contestó.

-Y lo estoy, añadí. Porque cuanto me has estado contando, lo he vivido en los últimos meses. Y he recibido cuantas atenciones decías. Y sí, estoy emocionado y agradecido por cuanto hacen a diario por los que llegamos llamando a esa puerta de la “salud” que cuidan con tanto esmero. Y quiero expresarles a todas esas personas mi admiración y mi gratitud, porque en silencio, desarrollan su vocación, día a día, para el bien de todos.

Gracias, muchas gracias, y un prolongado aplauso a todos los “ángeles visibles” del

HOSPITAL PUNTA EUROPA.