Ugarte, tras ver ‘Palmeras en la nieve’: “Siento vergüenza de la raza blanca”

Madrid

Pablo Alborán pone voz a la banda sonora de una película que llegó a los cines como el turrón, el día de Navidad, y que en su primer fin de semana recaudó 3 millones de euros. Palmeras en la nieve es una historia de recuerdos y secretos dirigida por Fernando González Molina y basada en la novela de Luz Gabás del mismo nombre. El público está respondiendo y el largometraje español de mayor presupuesto en los últimos años ya ha conquistado el número uno en las taquillas de toda España, dando relevo a títulos como Star Wars: El despertar de la fuerza y Ocho apellidos catalanes. Mario Casas, Adriana Ugarte, Macarena García y Berta Vázquez son parte de un elenco de más de 70 actores que han rodado durante catorce semanas entre Colombia, Huesca y Gran Canaria.

Traer al presente los errores cometidos tiene tirón en el cine y en el pasado colonial español hay mucho donde rascar. Al preparar su papel en Palmeras en la nieve, Adriana ha sido consciente de lo mal que se hicieron las cosas: "He podido ver la película dos veces y recuerdo que la primera vez que la vi me preguntaron nada más terminar por lo que sentía y dije que el sentimiento que me inunda es la vergüenza de la raza blanca, y eso que la película es sutil y que todo el tema de la esclavitud no está tratado con morbo y con insistencia, pero sí se ve lo que hicimos y fuimos unas bestias".

Con Clarence, su personaje, ha aprendido a perdonar más y mejor. "Es curioso que siempre todos los personajes que me ha tocado interpretar tienen algo que solucionar con su familia, algo que aclarar, algo que ordenar...", explica la actriz, que reconoce que trabaja desde el campo de las emociones y que se deja moldear por cada una de las mujeres a las que ha dado vida en la pequeña y en la gran pantalla. Con sus personajes dialoga y siempre les hace preguntas y quizás esa curiosidad sea la que le ha llevado a estudiar Filosofía para seguir buscando respuestas. Aún que le queda un año de carrera y alguna optativa, que estudiará sin prisa pero sin pausa.

Cuando no está rodando, suele perderse por los senderos de La Hiruela para curarse de todos los problemas urbanitas. Del centro de la capital le fascinan las callejuelas que rodean la zona del Palacio Real y en su banda sonora de Madrid suenan canciones como Camarera, de Antonio Machín; o La Pared, de Bambino. Fue a los 20 años cuando el flamenco y la rumba aparecieron pisando fuerte en su vida y llegaron para quedarse. Pero cuando quiere volver a la infancia siempre pone el disco Crossroads, de Tracy Chapman, y entonces le inunda el olor a tostadas con jamón.