La boa contra la cobra
El buen partido del Sporting en El Madrigal se queda sin premio por la falta de veneno en ataque, la anulación de un gol en los primeros minutos y un par de errores que el Villarreal sí aprovechó
¿Qué más se le puede pedir a un equipo que juega como hizo el Sporting en el campo del cuarto clasificado de la Liga? Obviamente, que convierta sus llegadas en goles y que no cometa errores en defensa. Pero nada más. Y nada menos. Eso y que el árbitro alguna vez, en caso de duda, pite a favor de los roiblancos y no en contra. Así se resume un partido en el que el Sporting jugó bien, dio la cara, superó al Villarreal en muchas fases del partido, pero volvió a demostrar que el gol es casi una misión imposible. Y eso amenaza con echar por la borda el buen trabajo del equipo, como sucedió en El Madrigal, y tantas otras veces.
El Sporting es como una boa constrictor débil. No tiene veneno, así que trata de matar a sus presas por constricción, provocando la asfixia o el paro cardíaco. Pero está débil, con lo que su rival es capaz de zafarse. Enfrente, tuvo este domingo a una cobra, un Villarreal que esperó dos despistes de su enemigo para arrearle dos picaduras e inocularle el veneno mortal que sí posee.
La temporada es un deja-vu permanente. Los argumentos se repiten. "Jugando así, pocos partidos se van a perder", se concluye cada cierto tiempo. Pero se pierden muchos. Porque al Sporting no le da con lo que tiene. No le vale con tutear a los rivales, arrebatarle la posesión a todo un Villarreal y jugar con criterio, porque no acaba de desarrollar el 'instinto asesino' de la cobra. Lo otro, lo de no cometer errores atrás, es más trabajable, pero casi inevitable. Los goles siempre llegan porque alguien falla. Y contra rivales de semejante calibre, el Sporting los paga caros.
- FICHA TÉCNICA
El partido de Villarreal pudo cambiar si el árbitro hubiera concedido el gol que le anuló al Sporting a los 22 minutos, con 0-0 en el marcador. Es casi imposible saber, incluso con innumerables repeticiones televisivas, si alguien toca el balón que saca Luis Hernández desde la banda. Posiblemente el tanto esté bien anulado, pero no hay posibilidad alguna de que el árbitro y el asistente lo tuvieran claro. Ante la duda, su decisión era un cara o cruz. Y, una vez más, salió cruz para el Sporting.
Firme pese a los golpes
El equipo gijonés siguió a lo suyo, tratando de arrebatarle la posesión de la pelota al Villarreal y consiguiéndolo en muchas fases del partido, demostrando que este equipo es peligroso con el balón en los pies y no a base de pelotazos. Ni siquiera le afectó demasiado el gol amarillo, que llegó a raíz del primer fallo de la defensa del Sporting. Luis Hernández perdió un balón que Soldado (rozando el fuera de juego) centró desde la derecha para que Bakambu marcara. Incluso supo reponerse el equipo del mazazo de la preocupante lesión de rodilla de Bernardo. E incluso del segundo gol de los de Marcelino, nada más comenzar la segunda mitad, con guión parecido al primero: asistencia de Soldado y remate de Bakambu, sin que ningún defensor fuera capaz de cortarlo.
Pese a todo, el Sporting siguió jugando bien, con Halilovoic ofreciéndose permanentemente, con mayor o menor éxito, pero generando una sensación de temor permanente en la defensa del Villarreal. El puesto en el que debe actuar este jugador no admite debate. Aunque el gol sigue siendo su asignatura pendiente. La suya y la de todos.
Sin veneno, y sin posibilidad de comprarlo en el mercado, la boa constrictor es capaz de sobrevivir en la sabana. Pero debe sentirse fuerte para aniquilar a sus rivales. El Sporting ha de explotar sus virtudes para evitar la extinción. Pero tendrá que afilar el colmillo.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...