Derroche de energía de Raimundo Amador en el Teatro Romea
De las sevillanas tres mil viviendas a los Estados Unidos. De los aromas mediterráneos a los vastos páramos americanos. Del lamento de la seguiriya al blues más melancólico

José Miguel Cerezo

Murcia
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Hermoso fue el homenaje que regaló Raimundo Amador a su compadre, B.B. King, en Murcia el pasado jueves 14 de enero en el más icónico de nuestros espacios escénicos. Desde las tablas del coliseo murciano brotaron de los dedos del guitarrista sus raíces más jondas, raíces que fusionó con ritmos nacidos en otras latitudes y que siente, que son, propios.
Latió el Blues, ya desde los inicios de la noche por todo el Teatro Romea, paseándonos el sevillano de la mano de grandes de esta bendita locura llamado música. Billy Cobham, Lenny Kravitz, Jimmy Hendrix, The Allman Brothers, Prince y por supuesto, B.B. King, sonaron bajo el prisma y el toque vertiginoso de Raimundo Amador.
Su Puchero y su Candela, su Gustito y su Bolleré levantaron de las butacas al público murciano que jaleaba cada uno de los punteos de su guitarra, de sus falsetas eternas, mágicas, potentes. Un público que celebraba la energía que manaba del escenario y que envolvía a un Raimundo Amador gozoso, ensimismado en las cuerdas de su sonanta.
Y entre el Blues de la Frontera, Purple rain o The thrill is gone, que dedicó a B.B. King mirando al cielo, paró la noche Raimundo con su toque flamenco, ese toque que comenzó a soñar hace unos cuantos años en Los Gitanillos, ese toque que otrora acompañara a Camarón de la Isla o a Enrique Morente. Pena y dicha, tristeza y vida por seguiriyas y bulerías, que fueron sus paradas más flamencas.
Se despidió de Murcia Raimundo Amador arropado por sus músicos, por fiesta, con esa pataita que nunca falta al abrigo de un compás por bulería, un compás que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como lo es Raimundo Amador, como lo fue B.B. King. Un mito en Murcia, el otro en el cielo. Disfrutando, como el Romea.




