‘Chismes y cotilleos’

Algeciras

En este mi primer comentario de 2016, no les voy hablar de política, tampoco voy a marearles con problemas, que ya bastante tienen ustedes. Podríamos analizar lo dura que es la cuesta de Enero, pero es que ahora durante todo el año no salimos de la pendiente y estuve tentado que habláramos de la rebajas y su utilidad, pero he de confesarles que al final y tras sesudas reflexiones opté porque charláramos sobre otro tema que hace mucho daño en nuestra sociedad.

Una de las industrias más singulares y únicas en España es la que tiene como base y fundamento el chisme, el cotilleo y la murmuración. Una boda o una separación, el nacimiento de una hija o una intervención quirúrgica pueden ser noticia a nivel nacional durante semanas y llenar esos programas de televisión que lejos de salvarnos de nada se alimentan del escándalo, la horterada y la zafiedad.

Hacer de un bulo una noticia, inventar historias que no han ocurrido, hablar sobre videos que no existen, promover denuncias sobre hechos que no han sucedido, son patéticos ejemplos de la crónica rosa de la España banal, insustancial y superficial, donde la ausencia de valores y contenidos se suplen con la representación de papeles, disfraces y la adopción de poses, donde el aparentar vale más que el ser.

El rumor se hace pensamiento, el pensamiento se hace actitud y la actitud se hace ley. Bastan unos segundos para difundir una mentira o propagar una calumnia y arruinar la vida de una persona honrada, que entra en el tortuoso camino de tener que defenderse de lo que no ha hecho o justificar lo que no ha pasado.

Las motivaciones son numerosas, pero destacan entre ellas, la envidia como pecado nacional, la incompetencia como premisa necesaria para escalar y la vanidad como constante de estos protagonistas de la vaciedad que les convierte en perfectos productos para ser consumidos en cualquier espacio y lugar.

Resulta increíble y alucinante, como en esta fábrica de mentiras y montajes, se crean personajes de cartón piedra o se construyen castillos de arena, con la misma facilidad que se destruyen.

Los mercenarios que comercian con la ignorancia y la incultura, intentando ofrecer escándalos y espectáculos sin argumentos, nos ofrecen en una gran burbuja a falsos intérpretes de su propia historia y pensamientos sin sentido y hacia ninguna parte.

Parar esta locura , evitar esta estafa , denunciar a estos golfos y filósofos de la nada , es solo tomar conciencia del bombardeo al que se nos somete diariamente , pero no es suficiente para reconocer el camino de lo falso a lo auténtico , la diferencia entre la realidad y lo virtual , el mostrarnos como objetivo alcanzable , lo que tan solo es un espejismo en el horizonte , el estimularnos a ser actores de nuestras vidas , cuando solamente se nos permite ser espectadores de una función , en lo que lo único seguro y cierto en la mayoría de las ocasiones es el precio de las entradas.