Esperpento copero
A Coruña
Este fin de semana no hay jornada en la LEB Oro. Quizá no le llegue al Leyma Básquet Coruña este parón en el momento más indicado. El equipo coruñés acumula ocho victorias en los últimos once encuentros y este obligado descanso puede cortarles el ritmo. Y es que después de ganar al Cafés Candelas Breogán en Lugo es lógico que jugadores y aficionados quieran más.
La victoria del pasado sábado fue un acontecimiento para paladear con delectación. A pesar de que no está atravesando su mejor momento, nadie pone en duda que el Breogán es uno de los grandes de la categoría y una victoria en su feudo siempre otorga prestigio. El triunfo llegó de la mano de nuestro juego interior. Después de un "kit-kat" de dos partidos, Beqa Burjanadze y Sergio Olmos volvieron por sus fueros y, salvo en un tercer cuarto en el que los locales endurecieron su defensa, abusaron del juego interior celeste. Sus números así lo demuestran, ya que se combinaron para sumar el 62.8% de la valoración del equipo (59 créditos de valoración) merced a sus 49 puntos (con 14/23 en tiros de campo), 17 rebotes y 15 faltas recibidas.
Unas horas antes del partido, volvían a circular rumores por Twitter de que Beqa se disponía a cambiar de aires. Las habladurías decían que el georgiano cambiaría el uniforme naranja del Leyma Básquet Coruña por el también naranja del Montakit Fuenlabrada. El de Lugo sería, por tanto, el último partido del ala pívot con la camiseta del Básquet Coruña. Su estelar temporada a las órdenes de Tito Díaz (ha sido galardonado ya con cuatro MVPs semanales y sus promedios de 18.5 puntos, 7.1 rebotes y 19.7 créditos de valoración lo sitúan segundo, séptimo y tercero en los rankings de anotadores, reboteadores y jugadores más valorados de la liga, respectivamente) no está pasando desapercibida a clubes de superior categoría, por lo que los aficionados del equipo coruñés vivimos con el temor permanente de que llegue el momento de ese hipotético traspaso, que dejaría a los nuestros sin aspiraciones de playoff, con el único objetivo de terminar la temporada de la manera más decorosa posible. En principio, parece que Burjanadze se queda en A Coruña, aunque no creo que, a la vista de su compromiso y de su rendimiento en la cancha, nadie fuese a reprocharle su marcha.
Como decía al principio, este fin de semana no hay jornada liguera, pues se celebra la Copa Princesa, antigua Copa Príncipe, que enfrenta a los dos equipos mejor calsificados de la LEB Oro, el Quesos Cerrato Palencia y el Melilla Baloncesto, un duelo en la cumbre en el que los castellanos (líderes de la competición y organizadores del torneo) parten como favoritos.
Y la cosa va de copas esta semana. El pasado lunes se celebró la presentación de uno de los acontecimientos deportivos del año en nuestra ciudad. El Coliseo de A Coruña acogerá la Copa del Rey de baloncesto, una cita que los aficionados al deporte de la canasta tienen marcada en rojo en su calendario cada año. Una fiesta del baloncesto que se vio empañada esta vez por la torpeza (no voy a decir mala idea) de los organizadores del evento. Tito Díaz criticaba en su perfil social de Facebook que ningún miembro del Leyma Básquet Coruña, no olvidemos que este es el club de baloncesto de la ciudad y no el Obradoiro, hubiera sido invitado al acto al que sí asistieron, por ejemplo, representantes del Real Club Deportivo de A Coruña (Víctor Sánchez del Amo y Lucas Pérez fueron las manos inocentes que se encargaron de decidir los emparejamientos). ¿Un despiste de la ACB? ¿Una falta de respeto al equipo de baloncesto de la ciudad? Imaginemos una hipotética fase final de la Copa del Rey de fútbol y que esta se disputase en Santiago de Compostela, con el Dépor de anfitrión. Imaginemos un multitudinario acto de presentación y un sorteo en la Praza do Obradoiro. Imaginemos que no invitan a ningún representante del Compos y que, sin embargo, Moncho Fernández y Adam Waczynski son los encargados de sacar de los bombos las bolas que definirán los cruces. ¿Esperpéntico? Pues eso es lo que pasó en Coruña, un auténtico despropósito que, debido a de la repercusión que tuvo en algunos medios, la ACB quiso solucionar con una simple disculpa telefónica al club afrentado. No me parece suficiente para librarse del ridículo.
