Un as en la manga
Un as en la manga
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Manzanares
Durante toda la semana pasada, el secretario general del PSOE Pedro Sánchez mantuvo reuniones bilaterales con los secretarios regionales de su partido, los llamados barones.
El máximo dirigente de los socialistas quería conocer su opinión ante el inminente inicio de conversaciones con otros partidos, esencialmente Podemos, en busca de apoyos para su investidura como presidente de un futuro gobierno de progreso.
Sánchez parecía que quería con esas citas con sus compañeros de partido suavizar las tensas relaciones que tiene con algunos de ellos. Precisamente, los que lideran a las federaciones con mayor peso político por su número de militantes: Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias, Comunidad Valenciana…. Todos ellos, perfectamente legitimados recientemente en las urnas y gobernando tras un pacto con Podemos, salvo en el caso de Andalucía.
El sábado 30, como cierre de esa ronda de conversaciones, se celebró el esperado Comité Federal, máximo órgano del PSOE entre congresos. En contra de lo que hubiera sido deseable, muchos de esos barones salieron irritados con Sánchez porque en el último minuto éste se sacó un as de la manga: los futuros pactos con otros partidos serán sometidos a referéndum de los militantes. Sánchez se escuda así en las bases para saltarse el órgano decisorio de los socialistas, el Comité Federal, que le ha marcado fronteras infranqueables en la negociación con Podemos. En especial, el rechazo frontal al independentismo y los referendos soberanistas.
La consulta a las bases es acertada y eleva el nivel de democracia interna de los partidos. La cuestión es por qué Sánchez no les adelantó a los dirigentes regionales que pretendía hacerla. La respuesta es sencilla: porque la tensa relación que se vive entre Sánchez y los líderes de la periferia ha empeorado.
Los socialistas están divididos en el momento más crítico de la reciente historia española. Una muy mala noticia para el centenario partido. Una muy mala noticia para los millones de españoles que sufren la crisis y tienen puestas sus esperanzas en un gobierno de izquierdas que arregle el destrozo causado por cuatro años de austericidio popular. Divididos tienen mucha menos fuerza a la hora de iniciar una dura negociación para formar gobierno. Las bases se lo reprocharán.
FIN