Acusan de acoso sexual a los cabecillas de la trama de explotación laboral en restaurantes
Los locales precintados servían productos de desecho a los clientes, según un informe de la Policía Nacional

Cadena SER

Palma de Mallorca
El cabecilla de la trama de explotación laboral en restaurantes de Palma acosaba a sus trabajadoras jóvenes para conseguir relaciones sexuales aprovechándose de su estado de necesidad. Así lo pone de manifiesto un informe de la Policía Nacional incluido en el sumario de la trama, cuyo secreto se levantó ayer. Los investigadores cuentan con decenas de testigos que ratifican las prácticas ilegales y, en algunos casos, inmorales.
Los testigos relatan el trato despectivo y vejatorio de los propietarios de los negocios, dos hermanos, hacia sus empleados. De hecho, los dueños de los locales clausurados aleccionaban a los encargados para que dispensaran ese mismo trato vejatorio al resto de trabajadores.
Otro de los aspectos que la Policía pone sobre la mesa es la falta de medidas higiénicas en los locales de trabajo.
Los testimonios relatan que se servían productos de desecho a los clientes de los restaurantes. En los locales se reutilizaban alimentos que estaban caducados, a los que quitaban el moho para poder despachárselo a los clientes. No tenían escrúpulos, según el relato de algunos trabajadores, en utilizar productos que se habían caído al suelo o las sobras de lo que un cliente dejaba en el plato para servírselo a otro.
Los relatos también apuntan a que se alteraba la composición de los productos para ahorrar gastos. Los refrescos se servían directamente al vaso procedente de botellas de varios litros y el vino de mala calidad se disfrazaba de vino de botella.
Además, los trabajadores de los restaurantes tenían órdenes estrictas de aumentar las cuentas a los clientes extranjeros. Sólo por ser turista, se incrementaba el precio perjudicando al visitante e inclumpliendo la normativa al respecto.
Los investigadores cuentan con un testigo protegido, que trabajó como administrativo en las empresas regentadas por los hermanos. A raíz de esta declaración, la Policía Nacional ha constatado la existencia de una caja B, que controlaban los líderes de la trama, que destuyeron información después de una primera inspección de trabajo.
El hijo de uno de los dueños pasaba cada día por todos los establecimientos, donde recogía las recaudaciones del día anterior que le daban los encargados. En las oficinas, el importe se dividía en la facturación legal y la B. Todo el dinero se introducía en una caja fuerte. Además de ese dinero, según el testigo, en la caja había una bolsa con una cantidad variable que se alimentaba del dinero negro a la cual sólo tenían acceso por uno de los propietarios.
El testigo relata que el propietario tenía a personas de confianza de las que se servía para montar nuevas sociedades para gestionar sus locales. También era él el que decidía las cantidades que se facturaban en A y en B. El testigo señala que tras una primera inspección de la Policía, se destruyó parte de la documentación en B, que se metió en bolsas de basura y se tiró por contenedores de Palma.




