Corridas de cabras
Supongo que estamos autorizados a que las cabras nos caigan más simpáticas que los toros bravos, extinguidos como raza y como espectáculo tanto en las islas mayores como en es Vedrà.

'La línea roja' de Matías Vallés (10/02/16)
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Palma de Mallorca
La primera contradicción del ser humano es levantarse a diario con la ilusión de que el mundo sea distinto, pero el Govern alimenta otra paradoja.
De una tacada, el ejecutivo prohíbe la matanza de toros bravos y autoriza la matanza de cabras en el islote ibicenco de es Vedrà. Tratándose en ambos casos de mamíferos rumiantes dotados de cornamenta, cuesta encajar la protección de un animal y el ensañamiento con otro.
Hasta el conseller del ramo ha confesado que el exterminio de cabras es "una actuación desagradable". Añade en su descargo que se ha procurado que "tuvieran una muerte digna". Se desconoce la opinión de las cabras al respecto.
Supongo que estamos autorizados a que las cabras nos caigan más simpáticas que los toros bravos, extinguidos como raza y como espectáculo tanto en las islas mayores como en es Vedrà.
Ecologistas irreprochables como Joan Mayol mantienen que las cabras suponen la mayor amenaza para la flora autóctona. Son un culpable agradecido porque no tiene defensores, sufre discriminación respecto de los toros bravos.
Podemos seguir disimulando, pero el mamífero que pone en peligro la naturaleza de Balears no tiene cuatro patas. La solución no es matar cabras y matar toros, como querrían los taurinos, sino sustituir las corridas de toros por corridas de cabras.




