Comentar, opinar y reflexionar

Ciudad Real
Hay hechos ante los que no es fácil permanecer callado y dan mucho para el comentario y la opinión. Tal es el caso de los titiriteros que entraron a saco las almas inocentes de los niños madrileños, escenificando y exaltando, con sus títeres, la barbarie más extrema. La reacción de padres y abuelosy la oportuna actuación policial los puso en manos de la Justicia. Donde deben estar.
A partir de ahí, se abrió otro teatro y nuevos actores tomaron el escenario. De tal suerte que este atentado contra la cultura, la educación y la decencia pudiera quedar reducido, en el ámbito social, a mero argumento para el ataque entre “buenos” y “malos” al que no cesan de sumarse partidarios, simpatizantes y mercenarios de unos y otros a la caza y captura de objetivos políticos. Más que el hecho en sí, parece que lo importante es echarle la culpa a alguien, sobre todo si no es santo de nuestra devoción, y condenarlo, antes de que lo haga la Justicia, e incluso lincharlo en los foros de opinión.
Pero, conviene que ante casos como éste, uno más de los que ponen en riesgo el futuro de nuestra pacífica convivencia, además de comentar y opinar, reflexionemos y asumamos la parte de responsabilidad que nos toca a cada uno.
Formamos parte de una cultura asentada sobre un conjunto de valores que nos han permitido evolucionar a formas de vida más civilizadas y son la base del actual sistema de libertades y derechos del que disfrutamos, entre estos el de elegir a nuestros representantes en las instituciones públicas. Quienes las dirigen lo hacen por elección libre, directa o indirecta, de cada uno de nosotros, que se supone la hacemos o deberíamos hacerla de forma responsable y más en coherencia con la identidad cultural y social que compartimos y defendemos que con el simple ánimo de castigar fracasos y comportamientos individuales o colectivos, que no generales, de los políticos.
Por eso, cuando nuestros representantes aciertan o se equivocan, también nosotros acertamos o nos equivocamos con ellos, y lo mismo que capitalizamos y jaleamos sus victorias deberíamos poner la cara, aunque a veces se nos caiga de vergüenza, para asumir y compartir sus errores y fracasos. No es, a mi juicio, suficiente ni en ocasiones ético señalar a otros y lavarse las manos o rasgarse las vestiduras. Seguro que tenemos capacidad de hacer algo más, y no precisamente ilegal ni antisocial, para evitar que hechos de esta naturaleza se repitan.
Permítanme la licencia de concluir este breve comentario con una sencilla y conocida cita del poeta Alexander Pope, para la reflexión: “Errar es humano, perdonar es divino y rectificar es de sabios”
Emilio Durán Arche - 2016




