Un vulgar melodrama

Alicante

Su historia fue como la de algunos matrimonios en los que nunca hubo amor. Se conocían de toda la vida, compartían intereses comunes y aparecieron sentimientos contrapuestos. Quizás sí que surgió algo de cariño. Pero lo cierto es que la dureza del día a día causó roces que se convirtieron en ampollas que nadie trato de curar con diligencia y comprensión. Se echaron sal a las heridas. Y hasta las pequeñas o grandes cosas, en las que estaban de acuerdo, ahora servían de excusa para sacar a pasear miserias varias.

Los matrimonios que se rompen siempre terminan mal o muy mal, lo saben los abogados. La historia tenía como desenlace inevitable el divorcio pero con la crisis se vieron abocados a convertirse en un matrimonio de conveniencia en el que todos están atrapados por sus circunstancias.

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Lo peor de este vulgar melodrama -con un solo aspecto original: que el matrimonio es a tres bandas- es cómo se han esfumado las grandes esperanzas de cambio de los ciudadanos de Alicante.

Ahora da igual quien sea o no el culpable. Lo que queda es decepción.