El futuro

Córdoba

Poco a poco se van cumpliendo las profecías que leí en mi juventud acerca de lo que conseguiríamos gracias a la ciencia y a la tecnología. Ya tenemos casas informatizadas, medicinas de laboratorio para ser eternos, clínicas veterinarias donde clonar a nuestras mascotas, cirugía guiada por ordenador, viajes espaciales…

Las revistas que en los años 60 vaticinaban el futuro hacían gala de esta misma visión por la que todo logro se expresa universal y mayestáticamente, desde la primera persona del plural: hablaban de “la casa del siglo veintiuno”, “el hombre del dos mil veinte”… e inocentemente nos creímos cuentos como el de la plancha que planchaba sola.

Llevamos andados ya dieciséis años de este siglo, y –también en primera persona del plural– sabemos de los adelantos igual que hace medio siglo: por lo que se cuenta, pero no porque los hayamos visto. “Se dice” en internet, en el telediario, en las noticias, y seguramente es verdad, pero nuestro grupo, el plural comunitario, sigue siendo el de quienes se asoman al festín desde fuera, desde la ventana. La vida tiene menos dolor, es más larga, sí, pero ese sueño, como la publicidad de la ONCE, sólo puede comprarlo el dinero.