Defensa de las Diputaciones

Badajoz

Uno de los puntos básicos del pacto de Gobierno entre PSOE y Ciudadanos es la eliminación de las Diputaciones, figura constitucional y eje vertebrador del municipalismo. Esta pretensión de abolición es fiel reflejo del desconocimiento de los urbanitas suscriptores de dicho acuerdo, y es que lo que parecen obviar el madrileño Sánchez y el Barcelonés Rivera es que la mayoría de los españoles viven en pequeños municipios que dependen inevitablemente de las Diputaciones. Sin ellas, ¿quién daría asesoramiento jurídico, técnico y económico a los pequeños pueblos?, ¿quién financiaría los servicios de Bomberos, la depuración de aguas o la recogida y tratamiento de basuras en las zonas rurales? Quién si no las Diputaciones?

Y es que se equivocan señores: lo moderno no es abolir, si no reformar; el futuro no pasa por eliminar las Diputaciones, ni siquiera cambiarles de nombre, si no por reformarlas estructural, competencial y políticamente. Estructuralmente ajustando su dimensión a sus competencias municipalistas, haciéndolas así más eficaces, con financiación estatal y autonómica efectiva y no retórica.

Políticamente reduciendo su sobredimensionado entramado político-institucional a la par de superar el déficit de representatividad democrática de estos órganos de Gobierno, debiendo los diputados ser elegidos por los ciudadanos y no por los concejales.

Y competencialmente reforzando su carácter instrumental, eliminando competencias de clara titularidad autonómica, a fin de evitar duplicidades, generando así ahorro y centrándolas en la asistencia de municipios de menos de 20.000 habitantes, auténticos beneficiarios de esta Administración.

Por lo que dejemos de demonizar a las Diputaciones, pues su eliminación supone un duro golpe a la linea de flotación del mundo rural, que como el Extremeño, vive una continua y paulatina despoblación.