La imagen más trágica de la Semana Santa
La Firma de Pedro Caballero
Pedro Caballero
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Palencia
LA IMAGEN MÁS TRÁGICA DE LA SEMANA SANTA
Erasmo de Rotterdam fue un filósofo y teólogo holandés que dedicó su vida al estudio y la difusión del pensamiento humanista. Con su obra y su enseñanza se opuso a la rigidez del pensamiento y de las instituciones propias de la Edad Media; quizá por ello fue considerado uno de los precursores del Renacimiento Europeo.
A lo largo de su vida vivió y trabajó en distintos países, conociendo a numerosos pensadores que le sirvieron para enriquecer sus conocimientos. Este bagaje internacional sirvió para que las autoridades europeas se inspirasen en su nombre a la hora de crear el Programa Erasmus. El Plan de Acción de la Comunidad Europea para la Movilidad de Estudiantes Universitarios (EuRopean Community Action Scheme for the Mobility of University Students) fue creado en 1987 con el objetivo de promover la movilidad académica de estudiantes y profesores. Desde entonces, más de tres millones de universitarios han aprovechado este programa para disfrutar de una experiencia formativa única; todo un ejemplo de consenso, cohesión e integración para una titubeante Unión Europea.
Los 61 jóvenes que tuvieron el infortunio de sufrir un accidente de tráfico el pasado domingo tenían objetivos y deseos comunes: ampliar sus horizontes intelectuales, conocer otra cultura viviendo una realidad distinta a la de su país de origen, o profundizar en valores y competencias de indudable interés humano. Probablemente alguien tenga la tentación de utilizar a las 13 estudiantes fallecidas como pretexto para banalizar este Programa. La respuesta ante este duda debe ser tajante a la vez que sencilla: Erasmus es el combustible que alimenta el fuego de la integración europea, nos ayuda a comprender la complejidad de las sociedades que la componen, su riqueza y su diversidad.
La repulsa contundente de los atentados acaecidos ayer en Bruselas constituye también un ejemplo de Unidad Europea. La vulnerabilidad frente a una muerte que llama a la puerta de nuestros vecinos belgas, provoca que nos sintamos próximos y cercanos a la realidad europea. Probablemente alguien también tenga la tentación de utilizar a las víctimas del terrorismo como un pretexto para proponer el cierre de nuestras fronteras. La respuesta en este caso también debe ser sencilla a la vez que tajante: los modelos democráticos de nuestros países deben trascender más allá de nuestros estados, y para ello debemos seguir siendo un ejemplo de integración y cooperación internacional.
Tanto si han participado en las numerosas concentraciones que se han convocado en España como repulsa a los atentados, como si no lo han hecho, les animo a que interioricen con este motivo el eslogan del Programa Erasmus: “Cambiando vidas y abriendo mentes”.