‘La cultura no se hereda, se conquista’
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Madrid
El Domingo de Resurrección es uno de los días más taurinos de la temporada andaluza, con la apertura de La Maestranza como aperitivo a la Feria de Abril. Previamente, las Fallas han servido para bosquejar lo que puede ser la temporada 2016, con las figuras y toreros jóvenes rivalizando en poderío. Sobre esto, y como curiosidad, un peruano, el jovencísimo matador Andrés Roca Rey, ha sido el triunfador de las Fallas. Interesante inclusión, sin duda, para la próxima feria de Algeciras…
Pero volviendo a Valencia, hace un par de semanas, más de 10.000 taurinos reivindicaron, en una manifestación que recorrió el centro de la ciudad, “la cultura del toreo como forma de vivir”. A la cabeza de la marcha, se encontraban figuras como Ponce, El Juli, Morante de la Puebla, Ortega Cano o Castella.
La cultura no se hereda, se conquista. Esta cita de André Malraux se pronunció por primera vez en 1959 con motivo de un discurso sobre la belleza y la riqueza de la civilización griega. Diez años más tarde, en otra conferencia, Malraux completó su teoría: la cultura no es un conjunto de conocimientos sino, en primer lugar, un ejercicio de voluntad y "una herencia particular de la nobleza del mundo". Lo que debe unirnos, es el objeto de esta conquista.
Imagen de la cabecera de la manifestación celebrada en Valencia a favor de las corridas de toros.
Sin saberlo, una tarde del mes de marzo, el mundo del toro ha puesto en práctica la filosofía de Malraux: se ha unido y se ha echado a la calle, concretamente a las de Valencia, para reconquistar su cultura, herida por la sociedad y la política.
No obstante, para tener éxito a medio plazo, toda conquista debe ir precedida -o seguida- de una estrategia. Porque, manifestarse a lo loco, como rabieta popular, es legítimo pero, a la larga, sirve de poco. Por ello, el 13 de marzo de 2016 debe marcar el despertar del mundo del toro, una fecha en la que todos -toreros, ganaderos, aficionados, etc.- tomamos conciencia de que debemos "conquistar" nuestra cultura, que no somos invisibles ni mártires. "De los resistentes es la última palabra", escribió Camus.
Por ello, con la manifestación de Valencia comienza una batalla, de defensa, promoción, enseñanza y comunicación, a veces de malabarismo, para defender de una puñetera vez nuestra cultura, la del toro, nuestra identidad, nuestra forma de vida, nuestra afición y, en algunos casos, nuestra profesión. Porque, a veces, hay que estar en misa y repicando, o corremos el riesgo de que la marea del buenismo nos lleve por delante, y entonces poco habrá que conquistar.
