La bruja a la hoguera

A Coruña

Cuando Conchita Astray supo de labios del alcalde metido a inquisidor que el Gobierno local no pensaba apoyar las actividades de Meigas de San Juan, la situación se caldeó. El mismo Ferreiro reconoció que los ánimos se exaltaron, aunque el rumor que corre por los mentideros es que ella le llamó de todo menos bonito. Puedo comprender por qué estaba tan enfadada. La falta de apoyo municipal pone en peligro lo que probablemente es la obra de su vida, la causa para la que ha trabajado sin cobrar un céntimo. Astray lleva en la organización de Hogueras desde 1984 y fue Meiga Mayor en 1985. Según cuenta la leyenda, el San Juan en A Coruña empezó con una fogata en la plaza de Calvo Sotelo en 1962, así que lleva colaborando en la fiesta durante la mayor parte de su existencia, organizando un programa de actividades culturales y deportivas. Astray lamentó que, sin la comisión de promotora, la Noche de San Juan se reduciría a las “hogueras y el botellón”.

Me hubiera gustado decirle que no se preocupara, que la promesa de una multitud desmadrándose e ingiriendo alcohol en grandes cantidades es más que suficiente para garantizar la continuidad de la fiesta, pero dudo que me hubiera agradecido el gesto. Más bien, le habría aparecido que menosprecio su labor, y que ya tenía bastante con Ferreiro, pero la verdad es que casi todas las grandes citas festivas consisten básicamente en un montón de gente bebiendo y/o comiendo de forma excesiva, ya sea la Romería Vikinga de Catoira, los San Fermines, o el Festival de Ortigueira, eventos todos que han sido declarados fiestas de interés turístico internacional. Naturalmente, siempre hay alguna actividad central en torno a la cual gira todo: un encierro de toros, una procesión, un puñado de tipos vestidos con trajes de vikingos o de moros y cristianos históricamente incorrectos… Pero sea cual sea el espectáculo, probablemente el 80% de los espectadores que lo contemplen darían positivo en un control de alcoholemia, y muchos acuden solo por el ambiente, no por el evento en sí: yo mismo fui dos veces a los sanfermines, y nunca asistí a una corrida de toros aunque, ahora que lo pienso, sí corrí tres veces delante de los toros, en lo que considero un alarde de valor personal no tanto por enfrentarme a los astados como a una resaca que me corneó duramente.

Espero que no se me malinterprete: claro que la organización se esfuerza en darle un cariz cultural a cualquier fiesta añadiendo un programa cultural, y estoy seguro de que el público lo agradece, pero 100.000 personas no bajan hasta la playa por ese motivo. Solo el alcohol (y la comida, en menor medida) tiene una capacidad de convocatoria tan grande como para superar a los Rolling Stones. Dudo muchísimo de que la asistencia baje este año por culpa de la ausencia de meigas, pero sí estoy convencido de que si los seguratas que vigilan los accesos a arenales confiscaran las botellas de alcohol, ardería algo más que las fogatas.

Así que la eliminación del programa de Hogueras de San Juan pasará desapercibida por la mayor parte de la población coruñesa. En realidad, las meigas no representan a esa Coruña alcoholizada y feliz, que se dedica a vomitar restos de sardinas entre rescoldos de hoguera y que regresa al día siguiente con los ojos enrojecidos y apestando a humo, sino más bien a la alta sociedad, o a la que pasa por serlo por aquí, la que se junta en la Hípica. Yo mismo fui una vez para cubrir la elección de una meiga mayor y puedo jurar que no era un evento multitudinario en absoluto. Me recordó una función escolar, con media docena de crías posando delante de sus padres mientras Astray las presentaba y leía el veredicto del jurado, y saqué la conclusión de que era una especie de puesta de largo, como las que había visto en las películas americanas. Desde luego, un concurso de belleza no era.

En todo caso, Ferreiro ha conseguido despertar mi interés sobre la próxima edición del San Juan. El Ayuntamiento asegura que elaborará su propio programa de actividades, y teniendo en cuenta lo pésimos que son organizando fiestas los de la Marea, lo más probable es que tengan nombres como “Desfile de la multiculturalidad”, “Enciende una llama por los refugiados” o “Crea tu propia hoguera ecológicamente sostenible”. No puedo esperar a contempla lo que seguro que será un desastre que, paradójicamente, hará el San Juan de 2016 mucho más divertido. Aunque quizá estoy siendo injusto. De momento, han demostrado que saben echar combustible a una hoguera. Y que lo rancio arde bien.