Aquarius. Una cuestión de humanidad
Jesús López Santana, experto en comunicación social, analiza la situación de la acogida del buque Aquarius
Observatorio Social: Aquarius. Una cuestión de Humanidad (Jesus López Santana)
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Badajoz
Es la sinrazón de la razón humana. La punta de iceberg de una tragedia que se repite cada día, desde hace años en el Mediterráneo. Solo que esta vez, como consecuencia de la magnitud, ha trascendido con mayor intensidad, nos parece una locura que 620 personas estén en riesgo de morir en el mar y ha traído a las portadas y cabeceras informativas una realidad tan desgarradoramente cotidiana que el resto de los días pasa desapercibida.
Lo realmente aterrador es que ésta es la historia de 56 millones de personas en el mundo que, según ACNUR, viven como desplazados o refugiados, y su número no para de crecer, superando incluso el número de personas refugiadas que generó la II Guerra Mundial.
Personas que huyen por necesidad; que escapan de conflictos armados o de persecuciones por motivos de género, orientación sexual, ideología, raza o religión. Salen en pos de un futuro mejor, porque las guerras, la pobreza, el hambre, la falta de los más mínimos recursos para vivir les han sido negados en la tierra que les vio nacer.
Se aventuran al viaje y jugarse la vida para llegar a la ”tierra prometida”, a Europa. A pesar de que es más que posible que no lleguen nunca. Y en el mejor de los casos, si llegan, es para perder la identidad y enfrentarse al rechazo social, al desarraigo, al aislamiento, al choque cultural, a la ausencia de apoyo familiar o a precarias condiciones de vida…. En definitiva, para estar, pero ser…
La situación del Aquarius ha generado una respuesta contundente, solidaria, humanitaria y de justicia por parte de un Estado de la Unión Europea que es España ¿se sumarán el resto de Los 28? La tragedia es tan terrible que no basta esta acción puntual; requiere una respuesta urgente de la comunidad internacional, un compromiso de quiénes tienen la capacidad de tomar decisiones, que vaya más allá de los lamentos o los reproches, cuando la tragedia salta a la palestra informativa; una acción conjunta y definitiva. De lo contrario, todos seremos cómplices de la barbarie.