El valle sagrado
Firma opinión Claudia Rodriguez. El valle sagrado. Córdoba hoy por hoy
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Córdoba
Podría decir que Perú no es Machu Picchu pero, tras estar hace escasas horas en él puedo confirmar que esta sea una de las razones principales para que muchos turistas acudan a un lugar tan remoto como Aguascalientes para peregrinarlo alguna vez en la vida.
El Valle Sagrado de Perú está repleto de monumentos que una vez fueron auténticas ciudades de los incas o lugares en los que parte de la vida de este pueblo se desarrolló. A escasos kilómetros de Cusco, el ombligo del mundo, uno se queda completamente anonadado con la belleza de las construcciones incas. Tambomachay, un antiguo balneario, Qenqo, Pukapukara y, sobre todo, la majestuosa fortaleza de Sacsayhuaman son unos maravillosos apertitivos a lo que viene después.
Se continúa avanzando y se descubren rincones como Pisaq, una ciudadela en la montaña en la que descubrir la grandeza de este pueblo. El intihuatana, “donde se ata el sol” en quechua, es un lugar con una atmósfera especial, sobre todo cuando se visita en solitario.
Chinchero, Moray y las Salinas de Maras completan la colección de momentos mágicos en el Valle Sagrado, donde es posible dormir en antiguos conventos como el del hotel Sonesta Posadas del Inka. Una auténtica delicia para los sentidos es despertarse con vistas a montañas tan majestuosas.
La guinda es, por supuesto, la misteriosa Machu Picchu. No descubierta por los invasores españoles, la ciudad fue descubierta a principios de siglo XX, aunque los locales mantenían en secreto su existencia. Hoy he sentido esa sensación de emoción por estar en un lugar en el que siempre has soñado estar. Machu Picchu es pura magia y no hay otro remedio que venir a verla.