¡Prepárense para la caída!
La opinión de José Manuel Alemán sobre el futuro granota y las consecuencias económicas de un inminente descenso de categoría
Valencia
Fin de ciclo. Las lágrimas derramadas en el descanso de Granada y el llanto desconsolado a la conclusión del partido frente al Athletic es el significado de que el Levante es y seguirá siendo algo muy importante en la vida de muchos de nosotros, a pesar del vacío que a uno le deja la imagen indolente de una plantilla que ni siquiera fue capaz de evitar que su afición viviera uno de los momentos de mayor crueldad que se recuerdan en Orriols.
Fui testigo directo de la inexplicable remontada del Écija (2-4) en una fase de promoción de ascenso y también estuve en Soria digiriendo un descenso a Segunda B, que no se consumó porque algo o alguién impidió que el Burgos se convirtiera en sociedad anónima, pero les prometo que nada comparable a la dureza del instante en el que Mikel San José trasnformó una sonrisa esperanzadora en el sollozo más estremecedor que uno pueda llegar a imaginar.
El levantinismo está de duelo y lo va a estar durante muchos días porque el maldito calendario ha querido que sigamos conectados de forma artificial a una permanencia en la que ya nadie cree.
Me gustaría situar el foco de la responsabilidad y señalar a los autores de este despropósito en su justa medida, sin que me condicionen las filias y las fobias tan marcadas que poseen Quico Catalán y Manolo Salvador en este nuevo periodismo de ocasión que genera opinión en función de su fuente de alimentación.
Hace ocho años, cuando el Levante descendió de categoría, su problema principal era económico porque no tenía viabilidad sin la llegada de ingresos extraordinarios que le permitieran devolver a cientos de acreedores parte de una deuda galopante y que le conducia a una liquidación segura.
En este momento las consecuencias de un descenso no pondría en riesgo el patrimonio, ni el futuro de una entidad que lo que necesita con caracter de urguencia es una profunda remodelación en su estructura deportiva para recuperar las señas de identidad de un vestuario que hace unos años llegó a competir en Europa.
PD. Una recomendación para todos aquellos que vayan a dirigir los designios del Levante desde el césped o desde los despachos. Tatúense en el brazo la cadena de ADN granota para evitar que se les pueda olvidar o se les borre con el paso de los años y pongan a la especie en peligro de extinción.
José Manuel Alemán
Redactor de Deportes en Radio Valencia