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TOROS EN SEVILLA

Oreja para Álvaro Lorenzo en la primera novillada del abono

Ginés Marín dio una vuelta al ruedo en su primero y el sevillano Pablo Aguado se fue de vacío

Sevilla

El toledano Álvaro Lorenzo ha cortado una oreja en la novillada -primera del abono- celebrada este domingo en La Real Maestranza de Sevilla, en la que Ginés Marín dio la vuelta al ruedo tras despachar a su primer oponente y el sevillano Pablo Aguado, con el lote más deslucido, se fue finalmente de vacío.

Se han lidiado novillos de El Parralejo, bien presentados, más fuerte el quinto, y desiguales de juego. Tuvieron cierta calidad primero y segundo, se aculó en tablas el tercero, con clase pero rajadito el cuarto, muy manso el quinto y duró poco el sexto.

Álvaro Lorenzo, de azul y oro, una oreja y ovación tras aviso.

Ginés Marín, de grana y oro, vuelta al ruedo y ovación tras aviso.

Pablo Aguado, de piazarra y oro, silencio y ovación de despedida.

La plaza registró media entrada en tarde primaveral con rachas de viento que molestaron a los toreros.

Apretó en los capotes el novillo que abrió plaza hasta el punto de darle una fea voltereta, aunque sin consecuencias, al banderillero Candela. El buen hacer de Lorenzo le llevó a cuajar dos intensas series de derechazos tras la que sonó la música. Las bernardinas finales y una gran estocada pusieron en sus manos la única oreja de la tarde. Al cuarto lo templó con un buen ramillete de verónicas e incluso hubo buenas series con la muleta, sobre todo al natural, pero el novillo terminó aburridito y la faena no acabó de tomar vuelo. Además, a este lo pinchó antes de la media estocada definitiva. 

Estuvo cerca del trofeo Ginés Marín, que toreó muy bien de capa a su primero. Con la muleta logró intensas series, aunque pecó un tanto de encimista y de querer ligar demasiado pronto. También cerró con bernardinas y solo lo baja que cayó la espada dejó el premio en una vuelta al ruedo. Ante el quinto, un manso de libro, empeño en vano del jerezano, que eso sí anduvo certero con la espada al primer intento.

El sevillano del cartel, Pablo Aguado, pechó con el lote más deslucido. Brindó su primero al torero Curro Vázquez y la pena es que el animal se aculó pronto en tablas. Con la espada, dos pinchazos, estocada y tres descabellos. Arreado, recibió al sexto con cinco faroles de rodillas en la boca de riego que pusieron al público en pie. Justito de fuerzas, el animal quedó paradito tras el encuentro con el caballo y de hecho duró un par de series por el pitón derecho y una más por el izquierdo antes de pararse definitivamente.

 
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