Érase un país...

Córdoba

Érase un país donde vivían:

Una infanta olímpica, que montaba a caballo, presidía baratillos, y pedía a sus súbditos que apoyaraan a los hijos de madres solteras, comprando antiguedades y bebiendo vinitos.

Un escritor de cuentos, llegado ayen de los mares, que comía perdices con su princesa, tan viuda y filipan, al que felicitaban los viejos dignatarios por su cumpleaños.

Un director genial, que en sus películas, denunciaba las desigualdades de unas y de otros, embajador de todos los que creían en un mundo más libre y menos carca.

Un puñado de ministros defensores del reino, que daban a los ciudadanos lecciones de abnegación y sacrifico.

Un cantante, con apellido inglés y acento jerezano, que miraba a los ojos a los pobres para explicarles como ser patriotas, y un actor respetado y respetable, cronista de su historia y su memoria.

Érase una nación donde los nietos del caudillo que la pregonaba "grande y libre", y los hijos del que la predicaba independiente, se aliaron con la infanta, el escritor y los ministros;con el director, el actor y el cantante de acento jerezano, y donde juntos, sin revueltas, fueron robando al pueblo y trasladando a una isla sus tesoros.

No habían matado a nadie, no habían sacado a nadie de su casa, pero aquella corte de sinvergüenzas era la prueba, de que la gente humilde sólo debería obedecerse a sí misma, y seguir el ejemplo de su propia consciencia.