Naranja, el color de la esperanza
A Coruña
¿Por dónde empiezo? Hoy me cuesta escribir esta entrada. Después de la emoción de la victoria de la noche de ayer, me gustaría plasmar aquí tantas impresiones y tantos hechos que me resulta imposible hacerlo con cierto orden y no dejarme nada en el tintero. Así que seré breve.
Quisiera explicar las claves de la victoria del Leyma Básquet Coruña sobre el Cafés Candelas Breogán en un Palacio de los Deportes de Riazor que presentó, de nuevo, un aspecto espectacular. Os contaría cómo el Leyma salió concentrado desde el primer momento y fue capaz de minimizar sus peores vicios de los partidos anteriores (pérdidas, rebote defensivo) para doblegar (diría casi barrer de la pista) a un inoperante a la vez que voluntarioso equipo lucense. Quisiera hablar, asimismo, sobre el crecimiento de un equipo nuevo e inexperto, un grupo capaz de sobreponerse a un calendario de inicio de liga durísimo y a las lesiones, un equipo que ha reafirmado su identidad y su autoestima a base de triunfos, triunfos que llegaron jugando a la carrera y dando espectáculo. Quisiera documentar también, con muchos datos, la progresión de jugadores jóvenes como los sorprendentes rookies Zach Monaghan y Ben Stelzer, la confirmación de Joan Creus, el salto de calidad de Beqa Burjanadze y Sergio Olmos, el soplo de aire fresco que supuso la llegada de Dago Peña. Quisiera hacer un homenaje al magnífico trabajo, un año más, de Tito Díaz y sus ayudantes, Charly Uzal e Iria Uxía, estrategas que han actuado de psicólogos en muchos momentos de la temporada para mantener siempre en alto los ánimos de sus pupilos. Quisiera festejar el hecho histórico (es la primera vez que lo consigue) que supone el paso a semifinales de los playoffs de ascenso a la liga ACB del club de mi ciudad. Quisiera dar ánimos al Cafés Candelas Breogán, un señor equipo que nos puso las cosas muy difíciles, y darles también la enhorabuena por la enorme masa de aficionados que tienen detrás y que animan sin descanso. Pero lo más importante, quisiera mostrar mi perplejidad ante la respuesta de los aficionados coruñeses. Sólo en mis mejores sueños podría haber imaginado que más de mil coruñeses acudirían a animar de forma activa al equipo de baloncesto de la ciudad, que aproximadamente unos doscientos viajarían a Lugo y se harían notar ante una mayoría celeste.
Poco a poco, el Leyma Básquet Coruña va captando aficionados para su causa, va conquistando una mayor presencia (más páginas en los periódicos, más minutos en las radios) en los medios de comunicación locales. La semilla del baloncesto parece haber arraigado en la tierra arenosa y salobre de Riazor. Esperemos que esta vez sea para quedarse, para siempre. Que sus raíces calen hondo, que veamos surgir un árbol de tronco vigoroso. Que la savia fresca de los quinientos niños que entrenan cada semana en los equipos de la cantera ayude a dar vida a espesas ramas y hojas verdísimas. Y que algún día dé frutos, quizá el fruto de algún jugador de la ciudad jugando en el primer equipo, quizá el ascenso a la liga ACB.
En veinte años, este equipo nos ha hecho pasar por nervios, ilusión, decepción, entusiasmo, emoción, confianza, pasión, orgullo, euforia… la lista de sensaciones es extensa. En Coruña, desde ayer, el naranja es el color de la esperanza.




