"León apuesta por la croqueta autóctona"
LA FIRMA

León
Cada capital tiene su color, su olor, su ecosistema urbano particular. A veces, determinadas apuestas públicas contribuyen a variar el paisaje de una ciudad. Cierto que el vecindario, los tenderos y sus gerentes, las hojas parroquiales con forma de periódico, todo ayuda a crear un clima, más sano o más turbio, más culto o más cutre, más luminoso o más umbrío.
En León, nuestras autoridades han apostado claramente por la croqueta autóctona, hecha a base de rancia tradición, buena dosis de culto, abundante turistada, jarro de vino peleón y un toque de verbena. Primero fue el Santo Grial, copón bendito arrancado de las entrañas de Doña Urraca por nuestra ilustre concejala de cultura.Luego, el Ave, como los vagones del antiguo ferrocarril al oeste, atiborrado de ganadería con riñonera y palo de selfie – Mario Conde incluido-, inundándose de prieto picudo y cecina como si no hubiera un mañana. Hace unos días, la foto del alcalde, el consejero, el obispo y su asistente - casi no se sabe quién es quién -, conjurándose para alumbrar el museo de la Semana Santa a costa de lo que haga falta. Y no podía faltar la guinda, Bertín Osborne. Cantautor grandón, siempre marcando paquete, en su casa o en la tuya, de recias convicciones democráticas, con el alma llena de españolía y su cuenta en Panamá, como cualquier patriota que se precie.
Lo dicho, León se tornasola, se adamasca, se trufa de sebo y se reboza de caspa. La croqueta se nos va a indigestar.




