Una luz que se apaga y otras que se encienden

A Coruña

Esta iba a ser una entrada alegre. La pasada semana el Leyma Básquet Coruña abría la temporada 2016/17 anunciando la renovación del ala-pívot lituano Gedeminas Zyle así como el inicio de la campaña de abonados, rápida respuesta de la directiva del club herculino a los requerimientos realizados en esta página hace apenas una semana.

Sin embargo, mis planes cambiaron al conocer, a última hora de la tarde de ayer, la triste noticia de la retirada de Jesús Castro. Más que un jugador, Castro se había convertido en un emblema en las tres temporadas que defendió la camiseta naranja del Básquet Coruña. Su liderazgo en cancha y vestuario era indiscutible y su comunión con la grada absoluta. Cuando el partido se ponía complicado, la figura del veterano escolta emergía para recuperar un balón, o bien para anotar una entrada a canasta llena de raza y fuerza, o bien para agitar los brazos y espolear (despertar, en muchas ocasiones) de esta manera al respetable.

A Coruña llegó en plenitud. De esto hace sólo tres años, unos mil días que hoy parecen una eternidad. Parece que Jesús haya vestido el uniforme naranja desde hace mucho mucho tiempo. Su primera temporada en las filas del conjunto coruñés firmó su mejor campaña en la liga LEB Oro. Por aquel momento Castro era un jugador consolidado en la categoría y aquí supo dar lo mejor de sí. Trece puntos por partido quizá no sean demasiados pero hacía tantas cosas en la cancha… y siempre en los momentos importantes.

El pasado curso el Leyma sufrió para salvar la categoría. El juego del equipo fue rácano. Y Jesús fue, una vez más, el clavo ardiendo al que agarrarse. Él solo sacó adelante dos o tres partidos igualados, jugados al límite. Sin su concurso no habríamos ganado esos choques. Sin esas victorias, tal vez, no seríamos hoy equipo de la LEB Oro.

La temporada recientemente finalizada las cosas se torcieron. Evidentemente me refiero a nivel individual, pues a nivel colectivo el equipo firmó una temporada histórica. El cambio de estilo anunciado por Tito Díaz en pretemporada le venía como anillo al dedo al bueno de Jesús. Juego rápido, de ida y vuelta, perfecto para sus características. Pero una infortunada lesión en el menisco de su rodilla izquierda sufrida en un entrenamiento en los primeros días de octubre le obligó a pasar por el quirófano. En ese momento la luz de Jesús Castro empezó a apagarse. Esa maldita lesión apenas le permitió entrar en dinámica ni rendir al nivel que nos tenía acostumbrados.

Regresó a los parqués, es cierto, y se entregó al 100% pero, mermado en la explosividad y confianza tan necesaria para su juego, sus evoluciones en la cancha nos dejaron ver su calidad sólo a cuentagotas. En más de una ocasión hizo muestras obstensibles de descontento consigo mismo. Sus piernas no respondían. Suerte que tuvo el respaldo de unos compañeros que consiguieron que su ausencia se notase lo menos posible. ¿Qué habría sido del Básquet Coruña en la eliminatoria de semifinales con el concurso de su capitán, de su jugador más veterano y líder, en condiciones óptimas? Desgraciadamente nunca lo sabremos.

Jesús Castro ha decidido abandonar la práctica profesional del baloncesto. Ayer leímos su carta de despedida y de agradecimiento. Aunque nos duela, todos comprendemos y apoyamos su decisión y le damos las gracias:

Gracias por tu compromiso, por darlo todo en la cancha. Gracias por apostar por esta ciudad en un momento en el que posiblemente podrías haber elegido un proyecto ganador. Gracias por ser un ejemplo para los niños. Gracias por ayudar a crecer al Básquet Coruña.

Castro emprenderá nuevas andaduras aunque, a buen seguro, seguirá vinculado al mundo del baloncesto. Deseémosle la mejor de las suertes.

La vida sigue. Esta misma mañana el club se apresuraba en anunciar la renovación del escolta norteamericano Ben Stelzer, quizá para quitarnos el mal sabor de boca de la despedida de un mito. Unas luces se apagan, otras se encienden. No podemos negar que las cosas se están haciendo con sentidiño.