Sin escuela, pero con empleo

Cádiz

Podrían haber sido sólo embajadores de la hostelería gaditana. De su gastronomía, de sus refinadas formas en la sala de cualquier restaurante, del sabor que la historia de servir tiene en Cádiz. Pero una nefasta gestión de lo que para muchos de ellos era la materialización de un sueño les ha convertido también en embajadores de la impotencia, de la rabia, del amargo regusto que deja comprobar cómo se deja morir a un centro formativo que empleaba al 97% de sus alumnos en el rincón de España donde la tasa del paro es más alta.

La Escuela de Hostelería de Cádiz, dependiente de la Junta de Andalucía, era famosa por su alto nivel y su gran capacidad para que sus estudiantes encontraran pronto en trabajo. En 2013 hubo impagos a trabajadores, faltaba material y un día se suspendieron las clases. 40 alumnos se quedaron con sólo una formación de cuatro meses. Sólo eso les ha servido a algunos para conseguir un empleo.

Daniel Chouza pudo disfrutar durante cuatro meses de “una de las mejores formaciones en hostelería que puede encontrarse en España”. El curso de 2013 empezó con el horizonte de todos esos nombres de alumnos de la escuela que habían llegado a trabajar en restaurantes con estrella Michelin, que habían logrado ser reconocidos nacionalmente por su valía en un mundo tan difícil, tan ingrato.

También Eva Mayone había conseguido una plaza de Sala para el curso 2013/2014 tras bastante tiempo intentándolo. “Mi sueño se dio de bruces con la realidad a las tres semanas”, detalla al acordarse cuando dejaron de llegar los uniformes. Entonces se vio envuelta en una dinámica de protestas, movilizaciones, concentraciones y encierros para demandar la formación que tanto tiempo había estado buscando.

Aquellos cuatro meses fueron intensos, también en el plano formativo porque, pese a las vicisitudes, el profesorado no dejó un segundo de enseñar. "En cuatro meses nos explicaron los conocimientos lo más rápido que pudieron, absorbimos un montón de lecciones pese a que siempre fuimos conscientes de que nuestra formación quedaría a medias”, reconoce Eva, que destaca “la alta calidad de la formación” impartida en la escuela.

Y esa formación, corta pero intensa, ha servido a algunos de los 40 alumnos para encontrar un empleo. Por ejemplo, Daniel Chouza, durante todos estos años portavoz del colectivo de estudiantes de Hostelería, ha sido contratado como jefe de sala en el restaurante La Albufera den San Fernando. Y el gastrobar Charlotte de Cádiz ha contado con Eva.

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Los dos pueden mirar hacia delante, pero siguen echando la vista atrás. “Me da mucha pena ver la escuela a oscuras, en silencio, y me indigna que den tantas largas a todos los que queremos volver a verla con vida”, señala Eva. “Si con cuatro meses me han venido a buscar para trabajar por haber estado en la escuela, qué oportunidades no se me hubieran abierto con los dos años de formación que me correspondían”.

No es una sensación aislada. “Es una aberración que una escuela que imparte formación de excelencia como la Escuela de Hostelería de Cádiz esté cerrada. Alguien se está riendo de los profesores y de los alumnos en su cara”, se indigna Daniel Chouza, empujado por esa sensación de “rabia e impotencia” que le inunda.

El nuevo jefe de sala de La Albufera sigue acercándose de vez en cuando al edificio en el tanto aprendió y en el que sus profesores aún esperan un futuro. Él ya no pudo esperar más y se marchó a buscarlo. Se quedó sin escuela, pero con empleo.