‘El litigio de Ortega’
Comenta nuestro colaborador el litigio del ayuntamiento de San Roque sobre el legado del imaginero sanroqueño Luís Ortega Brú

Firma Antonio Pérez Girón, 'El litigio de Ortega'
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San Roque
En comentarios anteriores he abordado el litigio que enfrentaba a parte de los hijos del insigne escultor sanroqueño Luis Ortega Brú con el Ayuntamiento de San Roque, por la donación que realizara en diciembre de 2000 el empresario Manuel González Scott-Glendowyn, y que la parte demandante consideraba de su propiedad.
La sentencia, que viene a coincidir en plena celebración del centenario del nacimiento del artista -como ya se ha anunciado-, resultó favorable a la institución municipal, que podrá conservar la obra recibida y que hoy constituye el museo dedicado a quien para muchos expertos está considerado como el mejor imaginero del siglo XX.
Varios son los factores que, a juicio de la titular del Juzgado número 1 de San Roque, Ana María Jiménez Zurdo, fundamentan la decisión. En una sentencia impecable la juez desgrana las vicisitudes de la obra madrileña del maestro Ortega, y la relación contractual del desaparecido empresario y el artista, amparándose en testimonios cercanos e indubitables. No voy a entrar en analizar dicha sentencia, tan sólo en destacar, porque sería de absoluta justicia, el papel jugado desde el primer momento por Ángel Ortega Brú León, hijo del escultor.
Desde el primer momento, a pesar de sufrir una situación dificilísima, que le enfrentaba a sus tres hermanos, Ángel apostó por la defensa de los intereses municipales, por considerar que eran los de su padre. Que la obra permaneciera en la ciudad que, desde hace ya bastantes años, viene poniendo en valor la figura del gran imaginero.
Porque como señala la sentencia, pudiéndose beneficiar, de haber mantenido la postura contraria en este asunto, “no dudó en testificar en sentido poco propicio a las pretensiones de sus hermanos, con los que conforma la comunidad hereditaria, aún en detrimento de sus propios y sustanciosos intereses”. Estas líneas dicen mucho de la persona de Ángel, un hombre con una visión amplia de la obra de su padre. Defensor del papel de lo público en la cultura, y un artista, fiel heredero de la gubia de su progenitor.
Con todo, superado este juicio, no caben ni vencedores ni vencidos. El pueblo de San Roque, que siempre se ha sentido profundamente orgulloso de su insigne paisano, podrá seguir disfrutando del centenario, y los actores de la demanda podrán tener la seguridad de que no habrá un mejor lugar para la obra de su padre. No se trata de destacar a vencedores ni vencidos. Ahora es el momento de olvidar desavenencias. Al fin y al cabo, en toda esta historia sólo hay un vencedor: la figura y la obra del propio Ortega Brú.




