‘El Brexit lo cambió todo’

Algeciras

Tenía planeado otro comentario, pero el Brexit lo ha cambiado todo. Había otros temas, todos en torno al referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, pero el resultado ha modificado no solo este modesto comentario, sino todos los guiones. El pasado día 16, sin ir más lejos, para sorpresa de propios y extraños, el primer ministro británico, David Cámeron, viajó a Gibraltar con la intención de participar en un acto de la campaña en contra del Brexit.

Aunque al final renunciara a pronunciar el mitin que tenía previsto, debido al vil asesinato ese mismo día de la parlamentaria laborista Jo Cox a manos de un descerebrado, que en todas las latitudes se crían, el gesto ya estaba hecho y no era inocente.

Yo, ese día, tenía previsto comentar lo que el presidente del Gobierno de España en funciones y candidato a la reelección, declaró a Radio Nacional sobre dicha visita, que no fue más que un desconcertante ‘Gibraltar español’, a modo de pataleta.

Pero es que, días después, varios militantes de VOX, un partido político español -lo aclaro para el que no lo conozca- plantaron una enorme bandera española en la ladera del Peñón, con la cabeza sin duda centrada en que ese territorio es español pese a que 300 años de historia digan lo contrario.

Pero claro, el voto a favor del Brexit del día 23, todo lo cambió.

Pero reflexionemos sobre lo que dicen todos los expertos en gestión de crisis: una situación crítica es, sobre todo, una gran oportunidad. Y quien no la sabe aprovechar no merece ser considerado un buen gestor.

Gibraltar, que votó masivamente en contra de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, sin embargo se ve arrastrada a la salida por la metrópoli, que es responsable de sus relaciones exteriores, según las condiciones del ingreso de Gran Bretaña en las antiguas Comunidades Europeas, antecesoras de la actual UE.

Pero, ¿por qué es relevante eso para los campogibraltareños? Lo es porque Gibraltar, tercera potencia mundial en PIB por habitante, es decir, tercera comunidad más rica del mundo, determina un trozo más que relevante del PIB de su entorno más cercano e incluso de alguno más lejano.

Y si esta crisis que se nos viene encima y que acabará afectándonos queramos o no, no es gestionada adecuadamente por nuestros representantes políticos cercanos y lejanos, la salida de Gibraltar del territorio comunitario puede llegar a convertirse en una desgracia bíblica, vamos, equivalente a la que ya sufrió esta comarca en 1969.

¿Y qué podemos hacer? Pues, aunque les parezca mentira, alguien en la zona ha comenzado a poner las primeras piedras de esa gestión de crisis que antes les comentaba, con la mirada puesta en atenuar en lo posible las consecuencias de lo que se nos viene encima.

La misma mañana del viernes pasado, día 24, cuando ya se conocían los resultados del referéndum, el alcalde de La Línea mantuvo una conversación telefónica con el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, en la que se emplazaron para abordar posibles estrategias comunes ante la preocupación que existe a ambos lados de la frontera sobre el resultado del referéndum británico.

Alguien podrá, sin duda precipitadamente, calificar de traidor al alcalde de La Línea. Yo les aseguro que nada más lejos de la verdad. Como ya tuve ocasión de explicar, hace muchos años, a alguien muy querido por mí pero poco ducho en el funcionamiento del sistema democrático, para que uno sea nombrado, otro antes tiene que ganar unas elecciones.

Oponerse, o mejor, ofrecerse para paliar las consecuencias de una decisión ajena, aunque soberana, y sin duda perjudicial para tus conciudadanos, no es más que cumplir con la obligación de todo representante electo. Y ahí el alcalde de La Línea ha estado rápido y cumplidor. Como debe ser y como sus conciudadanos se merecen.

Ni tan rápidos ni cumplidores con sus primeras obligaciones han estado el alcalde de Algeciras y el presidente de la Mancomunidad, que se han quedado mudos. Han perdido la oportunidad de demostrar a quien deben, de verdad y en primer lugar, sus puestos.