El pueblo contra Giorgeta
En una carta abierta publicada en el diario republicano “El Pueblo”, dirigida a su director Sigfrido Blasco-Ibañez, un tal Rafael González abominaba contra la familia Giorgeta por la decisión que había tomado el ayuntamiento de rotular una avenida con el nombre del patriarca de la familia

Valencia
El 6 de marzo de 1932, en una carta abierta publicada en el diario republicano “El Pueblo” y dirigida a su director Sigfrido Blasco-Ibáñez, hijo menor del genial novelista valenciano, un tal Rafael González abominaba contra la familia Giorgeta por la decisión que había tomado el Ayuntamiento de rotular una avenida con el nombre del patriarca de la familia. La petición de la calle, que había surgido de los propios obreros de la fábrica de Giorgeta, fue remitida al ayuntamiento conservador en julio de 1930 y las placas en la avenida no se colocaron hasta dos años después, ya con el gobierno de la República en el poder y después de un sinfín de vicisitudes.
El tren y las vías férreas han marcado sobre manera la evolución urbana de la ciudad de Valencia. El camino de tránsitos del este, entre el paseo de la Pechina y el camino Real de Madrid, no fue menos y su urbanización se vio entorpecida por el paso de la vía férrea de Utiel, que dividía el camino en dos a la altura de la calle Jesús. El primer tramo en urbanizarse, entre la Pechina y Jesús, recibió en 1923 el nombre del insigne escritor Benito Pérez Galdós. El segundo tramo, entre Jesús y Real de Madrid, tardó más en completarse y en 1930 carecía de nombre.
Fue entonces cuando, enterados de que el Ayuntamiento de la ciudad buscaba nombre para dicho tramo, los empleados y obreros de la fábrica de tintas Sama, cuya fachada daba al camino de Tránsitos, solicitaron que llevase el nombre de César Giorgeta, en memoria del fundador de su fábrica, una de las industrias de tintas de escribir, colas y lacres más importantes de España y Europa, y que tanto nombre había dado a Valencia.
El Ayuntamiento, que se encontraba en un periodo confuso, entre el final de la dictadura de Primo de Rivera y la llegada de la II República, estimó merecido el homenaje que los empleados querían tributar al fundador de la casa y con el visto bueno del cronista, Luis Cebrián Mezquita, se dio aprobación a la rotulación de dicho tramo como Avenida de Giorgeta, que finalmente fue ratificada por el primer ayuntamiento republicano en julio de 1931.
Pero en aquellos convulsos días la cosa no resultaría tan fácil. La viuda de César Giorgeta, Teresa Chiner, recibió en noviembre de 1931 el acuerdo del Ayuntamiento por el cual podía ser colocada la lápida que rotulaba la avenida en honor a su marido y que iba a ser costeada por la misma familia. Fue entonces cuando surgieron los primeros detractores de los Giorgeta y de dicha rotulación.
El primero en desacreditar a la familia Giorgeta fue un extrabajador de la propia fábrica de Tintas, que en una carta dirigida al diario “El Pueblo” consideraba un atropello para los republicanos la rotulación de una avenida con el nombre de Giorgeta, del cual no entendía qué méritos se le podían atribuir. Rafael González, que es el que firmaba la carta, aseguraba además que los hijos de César Giorgeta pertenecían al Somatén del Distrito (cuerpo parapolicial de la dictadura de Primo de Rivera) y que eran conocidas sus proclamas antirepublicanas. Y ya, para finalizar, la carta propone un nuevo nombre para la avenida, el de Esteban Celda, del que dice había hecho innumerables sacrificios por conseguir la implantación de la república.
La soflama de Rafael González fue de inmediato replicada por la familia Giorgeta que, molesta por tales difamaciones, reaccionó enviando una misiva al Ayuntamiento. En la carta, firmada de nuevo por obreros y empleados, se da buena cuenta del tal Rafael González, del que dicen se trata de un exempleado despedido recientemente de la casa y movido por un afán de venganza. A continuación se repone la memoria de César Giorgeta y se pone énfasis en su republicanismo y en sus ideales liberales y democráticos. Y para terminar, resaltan que Esteban Celda, el nombre propuesto como alternativa para rotular la avenida, es precisamente tío del demandante, Rafael González Celda, con lo que su postura y sus críticas perdían más credibilidad si cabe.
A pesar de las dificultades, el acto de inauguración de la lápida de la Avenida de Giorgeta, al que acuden todos los empleados de la fábrica, tiene lugar el 14 de abril de 1932 y es presidido por los hijos de César Giorgeta y su familia, pero no cuenta con la presencia de cargo público alguno. Cuatro días más tarde, un grupo de vecinos del barrio vuelve a la carga, y en otra misiva remitida al Alcalde exige la retirada de la placa recién inaugurada alegando que los Giorgeta no se merecían tal honor ya que se trataba de una familia anti republicana y colaboradora de la monarquía y de la dictadura, y acusando a César Giorgeta de haber pertenecido al partido Carlista.
Finalmente la Avenida de César Giorgeta, que fue concebida durante la dictadura de Primo de Rivera, aguantó la Republica, la dictadura de Franco e incluso la Transición, ha llegado hasta nuestros días como ejemplo del valor patrimonial de la toponimia y de la historia urbana de Valencia en los convulsos años que la vieron nacer.
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