‘La responsabilidad de los periodistas sobre la violencia machista’

Ya empieza a sonar a tópico manido hacer mención a las llamadas lacras sociales para referirnos al desempleo, la desigualdad o la corrupción. Pero todavía se minimiza más el concepto al que aludimos al hablar de las lacras cuando nos referimos a algo tan grave como la violencia machista. Se trata de un problema enquistado, ocasionado por el desarrollo de una sociedad patriarcal, en la que los humanos macho, a los que se atribuye una categoría social de hombre, han dominado los demás. No sólo sobre los ejemplares hembra, con su correspondiente categoría social de mujer, sino también sobre aquellos que distorsionaban la identidad del hombre como, por ejemplo, los homosexuales. Algo que, desgraciadamente, tampoco está erradicado, pues lo hemos visto hace sólo unas semanas en el atentado de Florida.

Pero hoy me quiero centrar en el papel que podemos jugar los periodistas en todo esto, y lo hago al hilo de la publicación de la Guía para el tratamiento informativo de la violencia de género, del Consejo Audiovisual de Andalucía. Este tipo de informes incluyen recomendaciones que tienen como finalidad conciliar el derecho a la libertad de información con la responsabilidad que la ley supone a los medios y periodistas en el caso de la violencia de género. No creo que haya que precisar el papel que los medios ocupan en la creación de opinión. Y, por este motivo, es absolutamente necesario que contribuyan a concienciar a la sociedad sobre este grave problema y contribuir, con ello, a erradicar la violencia machista.

Esta guía incluye recomendaciones que van desde el uso adecuado de términos hasta la contextualización de las noticias que tengan que ver con agresiones, asesinatos u homicidios de una mujer víctima de este tipo de violencia, para que no sean mostradas a la sociedad como casos aislados o simples sucesos. También invita a que evitemos el sensacionalismo o el morbo, y a no fomentar la figura neutra de los maltratadores con entrevistas a familiares o vecinos en las que se diga que eran parejas sin conflictos. Esto último es interesante, ya que los medios, muchas veces, emplean las fuentes que tienen más a mano y, aunque no aporten nada a la noticia, no se profundiza en los problemas, por ejemplo, contactando con expertos o haciendo un seguimiento del proceso judicial.

En esta guía hay doce puntos que nos ayudan a tener una visión general del problema, y otros catorce con recomendaciones directas para la elaboración de las piezas informativas. Está disponible de manera libre y gratuita en la página web del Colegio de Periodistas de Andalucía y del Consejo Audiovisual de Andalucía.

No está en la mano de los periodistas acabar con la violencia machista, igual que tampoco lo podrán conseguir en solitario las autoridades judiciales o policiales. Pero si los medios se unen, aplicando estas guías, al trabajo que ya realizan las autoridades, estoy seguro de que se creará la sinergia necesaria para minimizar este grave perjuicio social. No olvidemos que afecta cada año a decenas de mujeres asesinadas en España, pero también a otros miles que sufren agresiones físicas y psicológicas en silencio. Sumémonos a crear una mejor sociedad, y hagámoslo con un trabajo periodístico ejemplar, ni más ni menos.