La calle del miniaturista indultado
Avda. Miniaturista Meseguer, Benimamet

Valencia
LA CALLE DEL MINIATURISTA INDULTADO
La semana pasada tuvo lugar la reinauguración del renovado y flamante Museu Faller de Valencia, sin duda el más singular de todos los museos valencianos, entre otras cosas porque las piezas que forman parte de la colección, los ninots, han sido escogidas mediante votación popular. Dentro del conjunto de más de 80 “ninots indultats” que alberga el museo, podemos encontrar algunos retratos de personajes célebres valencianos, como Blasco Ibáñez y Sorolla, y otros no tan célebres pero si muy reconocidos y populares. Es el caso del pintor miniaturista José Meseguer Benedito, conocido vecino de Benimámet cuya fama y popularidad entre sus conciudadanos le hizo lograr en 1948 un hito al alcance de muy pocos en nuestra ciudad: figurar como ninot en la falla de su barrio, que el ninot fuese oficialmente indultado y que se demandase una calle en Benimámet con su nombre. Y todo ello gracias al cariño y admiración que sus paisanos de la pedanía le profesaban.
Ilustración 1. El Miniaturista Meseguer, ninot indultado de 1948.
En su origen, los ninots de una falla representaban a vecinos del barrio o a personajes cuya conducta era considerada como inmoral o censurable y por lo tanto, merecedora del peor de los ajusticiamientos públicos: la quema de la efigie de dicho personaje. Pero con el tiempo, las fallas evolucionaron hacia su vertiente más artística y los ninots empezaron a encarnar a tipos populares y personajes célebres de los cuales se hacía apología. Era por lo tanto un honor y un privilegio aparecer personificado encima del catafalco.
En los años 40 del siglo pasado, el retrato realista tuvo una gran aceptación en el mundo fallero y muchos de los “ninots indultats” de aquellos años fueron retratos de personajes populares reales. Es en este contexto donde destacó, por primera vez y de manera sobresaliente, una falla de la periferia urbana valentina. La falla Felipe Valls-Campament de Benimámet de la mano del artista Josep Arnal consiguió cuatro indultos entre 1945 y 1949, todos ellos retratos fieles de personajes reales, algunos conocidos internacionalmente y popularizados por los medios de comunicación, como Cantinflas y otros más relacionados con el tipismo autóctono, como Manolo el de “l’escurà” y el dulzainero Sanfeliu.
Uno de estos ninots realizados por Arnal fue el que en 1948 representó a José Meseguer Benedito (Valencia, 1894 – Benimámet, 1957), pintor y grabador formado en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia que se especializó en la pintura de paisajes y retratos en miniatura, técnica en la que alcanzó cotas muy notables y por la que finalmente fue reconocido, recibiendo el sobrenombre de Miniaturista Meseguer.
En los años 20 y 30, Benimámet se convirtió, gracias al “trenet” en destino típico de veraneo de muchas familias de la burguesía valenciana, que construyeron sus chalets al lado de la estación. En uno de estos chalets fijó su residencia el pintor José Meseguer, que pronto se granjeó el cariño y la admiración de todo el pueblo por: “su arte y desprendimiento en todos los órdenes”, y por ser una persona: “con reconocido prestigio que honra a este poblado”.
A finales de la década de los cuarenta el miniaturista Meseguer alcanzó sus mayores éxitos, exponiendo sus miniaturas y pinturas al óleo por toda España. Y su pueblo de adopción no dejó pasar la oportunidad para honrarlo como merecía. Primero lo inmortalizó, en 1948, en un ninot que posteriormente sería indultado por votación popular, pasando a formar parte de la colección del Museu Faller. Posteriormente, el Alcalde Pedáneo y los miembros de la Junta Municipal de Vecinos
de Benimámet elevaron ese mismo año una petición al alcalde para que el Paseo de la Estación, donde tenía el chalet José Meseguer, pasara a llamarse calle del pintor Meseguer en homenaje a su ilustre vecino.
Pero no fue hasta 1951 cuando se inauguró la finalmente llamada avenida del Miniaturista Meseguer por ser este el nombre por el que era popularmente conocido. La lápida conmemorativa, que todavía hoy podemos contemplar en la fachada de uno de los chalets junto a la estación, fue costeada por los vecinos por suscripción popular y en ella puede admirarse el alto relieve del busto en perfil del miniaturista de Benimámet.
Benimámet, la pedanía que sigue conservando ese aire a pueblo que una vez fue, guarda en su toponimia urbana claros ejemplos del orgullo de un colectivo por sus referentes más cercanos. El pintor, el maestro y el médico del pueblo, entre otros, ostentan céntricas calles rematadas con placas laudatorias dignas de las mejores ciudades. Un ejemplo de cómo la toponimia ayuda a mantener viva la historia y la memoria de los pueblos y el amor por sus raíces.




