‘Diálogo y valores democráticos’
Algunas conclusiones tras el seminario sobre Gibraltar impartido en los Cursos de Verano de San Roque.
Firma Álvaro López, 'Diálogo y valores democráticos'
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Algeciras
Tenemos pocas ocasiones de encontrar información veraz, no manipulada, y la posibilidad de confrontar las ideas con voces académicas expertas. Pero los cursos de verano de la Universidad de Cádiz en San Roque que se organizan sobre la cuestión de Gibraltar nos acostumbran a buenas inyecciones de datos y reflexiones que alimentan el pensamiento crítico. En esta firma me gustaría centrarme en dos ideas lanzadas durante el curso que, a este respecto, finalizó ayer.
La primera, la defendió Peter Caruana, anterior Ministro Principal de Gibraltar. Su charla se fundamentó en que los métodos empleados hasta ahora por el Estado español habían sido completamente ineficaces. Con toda razón, explicó que sólo con la mano tendida de manera cordial y sin amenazas se podía ganar la confianza de los gibraltareños y, así, comenzar a resolver los problemas. Problemas que datan de principios del siglo XVIII, pero que deben solucionarse, en sus palabras, con métodos del siglo XXI. Al respecto, se preguntó si el contencioso era un problema legal o político. La respuesta no es sencilla, ya que si el problema es legal, debe resolverse en los tribunales internacionales donde España ha sido invitada por los gibraltareños a acudir para arreglarlo. Pero si no es legal, sino político, se debe resolver atendiendo a criterios democráticos actuales, es decir, considerando la voluntad de los afectados. Caruana considera que España se encuentra entre ambas corrientes, y que juega en aguas turbias.
Al respecto de estas ideas, defendió la posición tomada por Moratinos, quien nunca renegó de la soberanía española sobre Gibraltar, pero sí favoreció el acercamiento a los gibraltareños para generar confianza y que, así, pudiera cambiar el sentir del Peñón sobre España. Sin embargo, en nuestro país los medios de comunicación manipularon continuamente el significado del Foro Tripartito transmitiendo ideas como que a Gibraltar se le otorgaba un estatus equiparable al de Estados independientes y soberanos como España y Reino Unido.
En definitiva, podemos concluir que España debe entrar en un mayor grado de madurez respecto a sus esfuerzos de política exterior y llevar a la política de Estado la cuestión de Gibraltar, bajo unos principios democráticos y de diálogo. La decisión, al final, la tendrán los gibraltareños, y el trato despectivo y la presión continua no son buenos amigos de la seducción.
La segunda idea que quería comentar la lanzaron Charles Gómez y el Doctor Jesús Verdú. Ambos coincidieron en que los medios de comunicación son capaces de generar propaganda respecto a una cuestión tan enconada como la de Gibraltar. Por eso, las experiencias transfronterizas ayudan a desmontar las imágenes mediáticas sobre Gibraltar. Un ejemplo es la de los cursos de inglés jurídico que los alumnos de la UCA llevan dos años pudieron estudiar entre Algeciras y Gibraltar, aproximándose en ellos a la realidad social del Peñón. Del mismo modo, Charles Gómez querría crear la experiencia contraria, es decir, realizar cierta contrapropaganda para que los jóvenes gibraltareños conozcan mejor España y aprovechen las oportunidades de su entorno. No sólo respecto al idioma, sino también al conocimiento de, en este caso, el sistema jurídico español.
No importa que tengamos objetivos contrarios, pero el diálogo es fundamental para el desarrollo de las sociedades democráticas. Y el diálogo ha sido más bien escaso en relación con Gibraltar en los últimos años. Los cursos de San Roque, sin embargo, han quedado instituidos como oasis de debate y entendimiento.