"Necesito tiempo para encontrar mi sitio"

León

En medio de una enorme expectación mediática, Carolina Rodríguez puso oficialmente pie a tierra. Lo hizo en las tripas del Club Ritmo, el escenario que alumbró una carrera deportiva de ensueño y que cada día fabrica nuevas gimnastas. Junto a sus paredes confirmó su retirada, en el mejor momento y tras la mejor actuación internacional de su vida deportiva adornada con un diploma olímpico, el primero en un concurso individual (en 2004 lo obtuvo con el conjunto español).

Se retira porque su cuerpo le empuja, pero "todavía quiero seguir disfrutando de este momento. Estoy en una nube". Río de Janeiro ha dejado huella por el cariño del aficionado y por lo que califican "de extraordinaria organización". Pero, ¿pensó en algún momento en dar marcha atrás?. Tras los Juegos Olímpicos de Londres 2012 lo hizo. Ahora será diferente: "tengo mis taras ya. Tendría que pasar por chapa y pintura y ya llevo dos cirugías. Tengo dolencias propias del desgaste", reconoció junto a su "alter ego", la entrenadora Ruth Fernández y ante la atenta mirada de algunas autoridades que no quisieron faltar a la cita.

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Es el caso del alcalde Antonio Silván. O del concejal López Benito. O de Daniel Mateos, director del CAR, centro capital para entender la superación de Carolina, cuya carrera fue creciendo a medida que mejoraron sus concidiones de trabajo hasta recalar en esta instalación de referencia: "el tapiz del concurso era el mismo que en el CAR", señaló orgullosa.

Entre recuerdos, agradecimientos y anécdotas, llegó el momento de mirar al futuro. Y Carolina solo tiene claro que seguirá vinculada a su deporte: "además de gimnasta soy entrenadora y juez. Retomaré mis estudios y quiero terminar Psicología en el algún momento de mi vida, pero mi cabeza no da para pensar ya en lo que voy a hacer. Esta ha sido mi burbuja y necesito tiempo para encontrar mi sitio". Reconoce la longeva deportista que tantos años al más alto nivel no dan para vivir con un colchón económico: "vivimos al día".

En la despedida, aunque a la vuelta de sus merecidas vacaciones enseñará su diploma olímpico, llegó el esperado momento del relevo, escenificado con la entrega de una camiseta y de Vinicius, la mascota oficial de los Juegos de Río. Sara Llana, que estuvo al lado de su compañera en Brasil, toma el testigo, con responsabilidad pero con su carrera lanzada: "va a pasar por situaciones difíciles, pero la historia no es la misma. Tiene la suerte de que he dejado una estela a la que ella tiene que agarrarse", reconoce. "Será un camino de rosas en la comparación", asevera Ruth Fernández, autoras de una las páginas más hermosas en la historia del deporte la ciudad.

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