Pasión, talento y esfuerzo
La Firma de Doroteo González

Palencia
Volver a la radio para mí es volver a un cobijo de libertad. Pueden cambiar los hábitos, los medios y los canales para relacionarse con la información, pero la radio sigue llenando varias de nuestras esferas en el hogar, el lugar de trabajo o el coche.
Pero cuando llego a esta emisora lo hago invocando palabras porque son mi mejor refugio, mis viejas aliadas en esta rúbrica radiofónica. Y a pesar de tantos años vividos en esta casa, jamás lo hago con nostalgia porque la nostalgia puede convertirse en una expresión suave y resignada del miedo. Y libertad y miedo son términos antagónicos cuando no visceralmente incompatibles.
A propósito de ello, rescato una de las ideas del “Alegato contra la Nostalgia” que uno de los pregoneros de los pasados Sanantolines, Fernando Martín Adúriz, estableció sobre la peligrosa conexión entre nostalgia y melancolía que interpreto como si eso nos atrapase en un barrizal de aciagos recuerdos. El orador, en su alegato, disertó sobre este mal augurio no solo como propio de las personas sino también de las ciudades, y en concreto de Palencia.
Yo creo que la melancolía es consustancial con el pasado y el pasado tan sólo es una advertencia que no necesariamente ha de constituirse en nuestro destino.
Pero hoy, primer martes de septiembre, la realidad se hace paso a codazos. Regresamos a esas verdades que nunca son mentira porque son la vida misma, son lo que en realidad nos ocurre aquí: verdades como la despoblación, la ausencia de planes de futuro, la calamidad humana de las listas del desempleo o esa falta generalizada de entusiasmo que tan a menudo nos inunda. Claro que todo ello se contrapesará con el relato de una autobiografía edulcorada propia de los políticos en ejercicio de gobierno, dibujando un autorretrato tendencioso y condescendiente alejado de la realidad.
Aunque creo que aquello que creímos ser y en realidad nunca fuimos podemos transformarlo en una sonora declaración que fije el interés en esos ingredientes que nos hagan tan deseables para los demás como exigentes somos nosotros con todos ellos.
Les propongo tres de esos ingredientes: entusiasmo en todo lo que hagamos, perfeccionamiento de la lucidez creativa y, finalmente, suficiente brío que nos catapulte a la acción con valentía. No es más que contagiarnos todos de pasión, talento y esfuerzo.




