Bendita normalidad

Palencia

Siempre se habla de lo duro que es el comienzo del curso, el arranque de una nueva etapa tras las vacaciones, y no me refiero solo a los niños. Pero tengo que reconocer que tras hablar con mucha gente sobre el asunto, he podido comprobar que para algunos supone un alivio.

No se trata de que estemos deseando empezar a trabajar sino de recuperar una normalidad que nos permita reajustar los ritmos de nuestra vida diaria. Las familias con hijos saben bien que la falta de horarios, la ausencia de siestas, la permisividad con algunos caprichos, es sostenible por tiempo limitado.

Y no me malinterpreten, creo que ejercer de lo que ahora se llama “malos padres” o “malas madres” es totalmente sano e incluso necesario, pero también es agotador. No ayuda que el verano de los niños sea eterno (aunque merecido) y las vacaciones de los padres dure apenas un mes en el mejor de los casos. Hay que hacer un enorme ejercicio de creatividad para ocupar su tiempo, y si la imaginación y el tiempo fallan, tendrá un coste económico (campamentos, ludotecas…). Y hacer encaje de bolillos contando con abuelos, tíos y hasta vecinos que les lleven o les traigan en lo que el padre o la madre llega con la lengua fuera al acabar de trabajar.

Ya. Hasta aquí he ejercido mi derecho a la pataleta, pero no piensen que me olvido de los que no tienen hijos. Hasta alguno de ellos me ha reconocido que están deseando recuperar la normalidad y así retomar una vida más sana, con sus ejercicios habituales o los horarios de comidas y cenas regulados y las horas de sueño adecuadas. Así que, bendito septiembre, bendita normalidad…

Por cierto, un placer volver a reencontrarnos.