Ripoll, mártir y hereje
Cuando republicanos y librepensadores accedieron a puestos de la administración del ayuntamiento de Valencia a finales del siglo XIX, uno de los primeros nombres en salir a la palestra para rotular una plaza fue el del maestro Ripoll

Valencia
Cayetano Ripoll, maestro de escuela en la Ruzafa del primer cuarto del siglo XIX, fue procesado y condenado por hereje en 1826 y ostenta el triste honor de ser la última víctima de la Inquisición de la historia. El anacrónico ajusticiamiento al que fue sometido Ripoll, las acusaciones por las que fue procesado, el delirante final de sus días y sobre todo, la entereza y dignidad con las que el abnegado maestro aceptó su condena, hicieron de él y su causa todo un símbolo contra la intolerancia religiosa y en pro de la libertad de conciencia entre los grupos más progresistas de la Valencia decimonónica. Por eso, cuando republicanos y librepensadores accedieron a puestos de la administración del ayuntamiento de Valencia a finales del siglo XIX, uno de los primeros nombres en salir a la palestra para rotular una plaza fue el del maestro Ripoll.
Pero en Valencia, donde el intento de control de la toponimia urbana por parte de los distintos grupos de poder había ido in crescendo desde mediados de siglo, no iba a ser fácil poner el nombre de un personaje que representaba el papel de mártir o hereje según la ideología que le hacía referencia. De nuevo otro proceso, también polémico y con gran carga política se abría en la ciudad en el nombre del Mestre de Russafa, cuyos últimos coletazos se dieron en 1980, casi un siglo después de la petición oficial para rotular una calle o plaza en Valencia.
RIPOLL EN LA TOPONIMIA URBANA DE VALENCIA
La primera petición oficial para rotular una plaza con el nombre del Maestro Ripoll tuvo lugar en 1892. La plaza escogida fue la Plaza Mayor de Ruzafa, por aquello de que el maestro ejerció allí, y después de algún tira y afloja entre republicanos y conservadores, el expediente se aprobó un año después, aunque nunca se llevó a cabo la rotulación oficial.
En 1903 los concejales progresistas del Ayuntamiento de Valencia volvieron a pedir que la plaza de Ruzafa cambiase de nombre, y de nuevo se creó una fuerte polémica entre partidarios y detractores del mito de Ripoll. Finalmente, en 1906 la plaza de Ruzafa pasó a llamarse del Maestro Ripoll, y una lápida con su busto en relieve fue colocada en la plaza mayor del poblado valentino.
El nombre de Ripoll pasó por la plaza con más pena que gloria y fue alternando con los más arraigados de Plaza Mayor y Plaza de Arenas. El topónimo Ripoll se perdió definitivamente después de la Guerra Civil y la plaza de Ruzafa recibió su nombre actual, plaza del Barón de Cortes en 1963. La aventura de Cayetano Ripoll en el nomenclátor urbano acabó en 1980, cuando su nombre fue reclamado de nuevo por asociaciones progresistas de maestros y trabajadores de la enseñanza y el ayuntamiento de Pérez Casado accedió a rotular una plaza con su nombre, pero esta vez sería una plaza de nueva planta al final de la Avenida de Blasco Ibáñez, cerca del bario de Beteró.
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