El repudio a Rita Barberá
EL MIRADOR DE XIMO FERRÁNDIS (16-09-2016)
01:37
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/004RD010000000248165/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Valencia
Los ciudadanos hemos asistido esta semana a uno de los acontecimientos más graves que se pueden dar en democracia: el repudio unánime de un Parlamento a Rita Barberá, designada apenas un año antes por esa misma Cámara, como senadora en representación de la Comunidad Valenciana.
No parece que esa decisión de las Cortes pueda hacer desistir de continuar en el cargo a quien durante años fue patrocinada como la “alcaldesa de España” por parte del PP de Mariano Rajoy. Se ampara Barberá en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la propia Constitución para defender su presunción de inocencia. Un principio que bien podría defender renunciando a su condición de aforada y sin ofender a los ciudadanos, que son conscientes de que Barberá solo busca mantener los privilegios que le otorga el cargo.
En cualquier caso, se equivocará la senadora si piensa que el paso del tiempo le ofrecerá una última oportunidad de rehabilitarse políticamente. Ni un hipotético archivo de la causa, ni una hipotética absolución -en el caso del supuesto blanqueo de capitales del PP de Valencia- servirían ya para recomponer la figura de quien hace mucho tiempo decidió, amparada por sus mayorías electorales, que no tenía por qué dar explicaciones a nadie. Ni a sus vecinos, ni al Parlamento, ni a los electores. Lástima que como dijo Alexis de Tocqueville sean los tribunales los que, en ocasiones, tengan que corregir las aberraciones de la democracia.